20

514 39 30
                                    

La forma en que ella lo había sujetado, en que se aferraba a el, no era como lo que alguna vez paso conmigo, no se aferraba a mi cabello cuando la había besado, no me sujetaba de la misma manera en la que lo hacia con el

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

La forma en que ella lo había sujetado, en que se aferraba a el, no era como lo que alguna vez paso conmigo, no se aferraba a mi cabello cuando la había besado, no me sujetaba de la misma manera en la que lo hacia con el.

Quería creer que todo era a causa del tiempo, que el tiempo nos hacia cambiar, poco o mucho, quizá antes, en el pasado no lo hacia por la timidez de su ser, eso es lo que i corazón ingenuamente me decía, que era por timidez, al ser yo su primer beso, fue la primer persona en tocar sus labios de esa forma tan intima.

Teníamos un trato, algo que ella quería, algo que acepte, le di su espacio, le di el tiempo, le di justo lo que ella necesitaba, a su amigo devuelta aunque por dentro estaba muriendo lentamente, me desangraba por el amor que no era correspondido aun.

Mirar el rostro ta sereno de Carlos parado frente a mi puerta, fingiendo que no había pasado nada, "Guardándose" para el el hecho de que la había besado, que amo esa interacción, mientras yo solo podía mirar a otro lado, mirarlo a los ojos estaba desgarrándome el alma.

Es mi hermano, lo escuche, lo vi,  las manos de ella, el suspiro que de el salían, estaba decepcionado, claro que si, tenia el corazón roto, después de dos años no me atrevía a decirle a __ cuanto la necesitaba, no quería ensuciar su juicio, no quería hacerla llorar de nuevo como aquel día que confeso su amor, o al menos lo intento confesar.

La promesa de los veintiún años, los años que pasan tan lento como la noche.

Cerrando la puerta tras de mi, dejando a Carlos con la palabra en la boca, desorden todo estaba en desorden, sobre el suelo telas, estambres, agujas y tijeras.

Los retazos naranjas y blancos, el hilo de colores, esos corazones por todos lados, de diferentes tamaños, punturas, crayolas y aquella caja de color café, tan sosa, sin chiste.

Preguntándome si en verdad era necesario, si en verdad valía realmente la pena lo que estaba haciendo, las horas invertidas, las noches sin dormir, o dormir poco para que todo estuviera listo.

La noche no parecía ser suficiente, pinchándome el dedo una que otra vez, intentando no quejarme lo suficiente para no molestar a Dolores.

El reloj marchando las tres de la madrugada, a estas alturas todos estarían en un sueño profundo, mientras yo aun seguía despierto, tumbado en el sueño con pintura en la cara y telas por todos lados, cuando la puerta se escucho, dolo dos golpes suaves, la sombra que podía filtrarse por el pequeño espacio de la puerta y el sueño marchándose, no había nadie, solo un plato con pan caliente, una taza de café  y unas arepas con forma de oso, llenas de queso.

No había necesidad de preguntarme quien los había llevado, la única persona que le daba forma a las arepas era Carlos, solo el podía ingeniárselas para darles formas tan ocurrentes a la comida, alma de anciano, creatividad de niño, sin contar que, ya era muy bien sabido sobre sus escabullidas a la cocina por la madrugada, pocas veces eran las que lo acompañaba a comer algo por las noches, cuando todos estaban dormidos, de esas veces en las que os quedábamos despiertos, o simplemente nos despertábamos por el hambre que teníamos.

Heart's Puppeteers (CXCXT)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora