Extra 2 ¿Poliamor?

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Una de las cosas que no podía responder del todo es como llegamos al punto en que, esa rivalidad de había convertido en algo

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Una de las cosas que no podía responder del todo es como llegamos al punto en que, esa rivalidad de había convertido en algo... ¿Raro? El que la gente tomara enserio lo que había pasado, la decisión final que se tomo.

Al inicio nadie estaba conforme con eso, nadie podía entender y les costaba entenderlo, las miradas de reproche, de poca tolerancia a nosotros, la forma en que nos miraba la familia, incluso su familia, dolía, sabia que Carlos estaría bien, que si había algo que le importara menos era lo que la gente dijera sobre nosotros dos, pero... el que hablaran de ella dolía, tomándola por una tal por cual.

Al incido fue duro, fue una etapa muy cruel en la cual no podíamos dejar de verla así, agonizante, las noches en las que dormía a mi lado eran pacificas, y sabia que con Carlos lo eran igual, mas no todo era paz, también contábamos con aquellas noches en onde los suspiros se hacían presentes, donde la habitación se volvía cálida, donde el deseo nos ataba y la locura, del desespero por el tacto nos ganaba.

De esa relación, de esa extraña unión surgieron cuatro pequeños, dos pequeñas niñas, tan distintivas como lo eramos Carlos y yo al estar unidos, la ironía de los gemelos, era como vernos reflejados pero con dos pequeñas niñas, las hijas de Carlos, junto a un pequeño niño, de cabellos rizados y prominentes, de ojos verdosos, un niño tan tierno como lo fue Antonio en su infancia, un niño que amaba dibujar, y siempre llegaba a mi con un dibujo, mostrándomelo, junto a un.

—¿Me quedo lindo papá?—. La confusión en el siempre se hacia presente, en realidad, todos los niños cuando no teníamos las ruanas puestas.

Fue en una de las mañanas, donde pasado ya los años caminaba de la amada de mi amada, el cabello prominente, brillante y el olor a su fragancias, la forma en la que acariciaba sutemente su vientre, susurrando una canción de cuna, nuestro segundo hijo.

Las voces en la lejanía de los cuatro niños, susurrándose algo que no podía entender bien, en compañía con una de las pequeñas de Dolores, como siempre, las mujeres tenían que predominar en la familia, solo esperaba que mi segundo hijo fuera varón, no malinterpreten, amaba a mi hija, ella se había vuelto en la luz de mis ojos y la razón de mi existencia.

La risita de Dolores podía verla desde el segundo piso, sujetando la mano de Mariano.

—No, te dije que el que salio es mi papá, ese es Carlos—. Dijo Samantha apretando ligeramente la mejilla de Karla.

Mi pequeña niña que, con una mueca logro hacer que la mano de Sam traspasara las mejillas logrando hacer que se cayera, hermanas al fin de cuentas...

—Karla, dijo la abuela que nada de usar dones en la casa—. Dijo con ternura el pequeño Francisco.

—¡Yo se como podemos resolver esto!—. Grito Erika sentándose en el suelo —Uno de los dos acaba de salir ¿No? y le regalo un dulce a los tres...

—¡A mi me dio un peso!—. Grito Francisco mostrando la moneda con una sonrisa alegre, presumiendo la victoria de conseguir una moneda.

—Ese es papá Carlos—. Dijeron las niñas al unísono con una mueca triste.

No había preferidos, pero, un para Carlos, los niños mas pequeños eran mas fáciles de controlar, y si se controlaban serian premiados, y quien mejor que el mas pequeño para eso.

Esa forma tan singular que tenían para identificarnos, rojo Carlos, amarillo Camilo.

—Yo por eso les digo papá a los dos—. Esa fue la pequeña Erika.

Un trueno, un relámpago en fondo, la abuela Alma débil, todo podía ser un subir y bajar de emociones en un momento, mas sin embargo, aun con todo eso, aun cuando los años pasaban en ese lecho de muerte inminente las cosas no estaban del todo bien.

Carlos el llegaba con el seño fruncido, facción que cambio en el momento en que miro a sus hijas, dedicando una sonrisa y un beso en la cabeza de ambas.

—¿Estas molesto papi? ¿Si eres mi papi verdad?—. Pregunto Erika tomando con sus manos las mejillas para verlo, levantando su cabello curiosa, examinando bien las facciones de su padre.

—Si cariño... ¿Donde esta mamá?

—Con papá—. Respondió Karla señalando a donde nos encontrábamos, subiendo con calma hasta ella, dejando sobre sus labios un beso suave, y una mirada a mi.

Aun era extraño el tener que mirar como besaban a mi ____, ¿Boda? No había, no podía decir que era mi esposa, porque no lo era, nadie en el pueblo lo había aprobado, ni siquiera la familia, Vivian con el hecho de que ambos compartíamos a una mujer, nuestra mujer que fue nuestra mejor amiga, una mujer que se convirtió en la madre de nuestros hijos, una relación extraña, unos hijos a los cuales no podían ver del todo bien, eso era, a pesar de las risas que provocaban esas escenas extrañas donde se peleaban por averiguar cual era el papá de cual, el dolor que los tres sentíamos era aun mas grande.

—¿Y bien?—. Pregunto ____ Sujetando las mejillas de Carlos junto a una sonrisa esperanzadora.

Una sonrisa que se fue desvaneciendo poco a poco con forme el negaba con la cabeza, sujetando sus manos con cuidado, dejando en ellas un suave beso y un abrazo.

La forma en la que el pueblo los hacia menos, como si fueran un fenómeno, la molestia que ocasionaba el que los buscaran solo para su conveniencia, como esos mismos que rechazaban a los demás en diferentes lados, como en una simple escuela buscaban a mi hija y a Samantha, quienes, eran las mas buscadas solo para sus propósitos egoístas, después todos los años e los cuales los dos habíamos ayudado, que hicimos mas de lo que podíamos por ellos.

—Mami.. ¿Estas bien?—. Pregunto Erika 

—Si cariño, mami esta llorando por un chiste que conto Camilo.

Eso siempre parecía convencerlos de que todo estaba bien, cuando ambos sabíamos la verdad de las tristezas de ella, el imaginar el dolor de ella como madre, que jamas imagino que al estar con ambos eso fuera a pasar, que las consecuencias de compartir su corazón las pagarían sus hijos.

—Ven—. Hablo Carlos guiándola hasta su habitación —Vamos a recostarnos un rato ¿Si? No estés triste.

—Si, vamos corazón—. Agregue yo haciendo a un lado para que pasara y se recostara sobre esa cama roja aterciopelada, con ambos en cada lado, sujetando su mano con fuerza...

—No quiero que...

—Oye, no pienses en eso—. Interrumpió mi hermano dando cariños gentiles en la cabellera

—Algún día lo entenderá, algún día lo aceptaran...

Fue lo único que pude decir, también estaba frustrado por eso, pero no podía darlo a demostrar.

Algún día las cosas cambiarían, nuestros hijos crecerían y el temor de que pudiera afectar el hecho de que la gente hablara de ellos dolía en el alma, mas, tenían que ser fuertes, yo estaba seguro que en algún momento aprenderían a lidiar con ello y dejarían de verlos como un fenómeno y de utilizarlos....

Algún día las cosas cambiarían, nuestros hijos crecerían y el temor de que pudiera afectar el hecho de que la gente hablara de ellos dolía en el alma, mas, tenían que ser fuertes, yo estaba seguro que en algún momento aprenderían a lidiar con ello...

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Heart's Puppeteers (CXCXT)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora