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La primera vez que desperté en esa casa, fue tan

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La primera vez que desperté en esa casa, fue tan... Raro, verla recién despierta, con el cabello enmarañado como cuando era niña, los ojos candados y con pijama puesta.

El camisón de Alma/viejita como le decía, de tonos blancos y bordados ridículos, con conejitos aquí y allá y una que otra flor.

Ese era un camisón que Mirabel le había hecho a ella hace tiempo por su cumpleaños número quince, siempre saliendo cargando a Antonio, quien también permanecía adormilado.

La primera vez que salió así de si cuarto casi me ahogo con el jugo que su madre preparaba con mucho amor, pues, muy a mi pesar siempre tenía que despertar más temprano de lo que acostumbraba, todo gracias a Carlos y su trabajo de cocinero.

Fue como ver el futuro, imaginarla a ella saliendo todos los días cargando a sus/mis futuros hijos, pues desde un par de días, más precisamente el día en que nuestra casa se cayó había tenido sueños vagos de ella en una vida conmigo, y eso me tenía mal, ella me tenía mal desde el día que sentí su respiración cerca de mi cara.

Si, ya había pesado antes su mejilla, y si yo también había besado su mejilla antes, así como toda su cara haciendo excepción de sus labios, pero desde ese día se sentía distinto, se sentía extraño la sensación de estar cerca de ella, y siempre buscaba la más mínima excusa para estar cerca de ella, y sentir como respiraba cerca de mi, sentir como su corazón latía, tan tranquilo que era reconfortante, era... Cómo se tirnun refugio, me tranquilizaba, pero a la vez solo lograba que mi corazón latiera aún más fuerte y lograba hacer que mis manos temblarán.

Más no me atrevía a decirle eso, tenía miedo a que se alejará de mi por la incomodidad, la conozco tan bien que sabía que cuando alguien se declara, o simplemente le pedía una cita tenía esa mala maña de alejarse de la gente hasta que se les pasará el enamoramiento, pues, para ella, aún no había espacio para enamorarse, lo que ni Carlos ni yo sabíamos era el porque de eso.

¿Acaso le gustaba alguien? O era simplemente porque aún no se interesaba en las personas de esa forma o... ¿Le gustan las mujeres acaso? Y que tal si su corazón le pertenecía a Mirabel... Era una persona igualmente cercana a ella, o quizá le gustaba Isabela o mi propia hermana...

¿Y si sentía algo por Carlos? Y la razón por la que no dijera nada era para no fracturar mi amistad con ella.

Quería imaginar que a estas alturas ella ya sospechaba al menos de mis sentimientos, porque soy torpe, me doy a notar tan fácilmente, es decir, Cecilia lo sabía y tan solo es una niña, lo descubrió de la forma más tonta posible.

Carlos, el hacia su entrada a la cocina, con la cara llena de harina y una coleta esponjosa que deja a caer sobre tu rostro ese mechón descontrolado.

—¿Que me miras?—. Pregunto mirando su vaso y después una mirada vaga a ____, de arriba a bajo con esas mejillas rojas.

No sé porque estaba rojo, quiero creer que es por el calor del horno.

—Buenos días...—. Dijo ella pasando a la cocina a dejar un beso en la mejilla de su mamá, uno en el hombro de Carlos y al final uno más en mi cabeza, como siempre hacia.

Heart's Puppeteers (CXCXT)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora