35. Ilusiones caídas.

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— Hija, desde que murió tu madre, crear la academia fue un consuelo para mi, pero no hay un día que no deje de pensar en ella.

— Carajo... —bufo mirando unos segundos al techo—. Tu sigues siendo el mismo miserable de siempre, que solo piensa en si mismo. Tu, tu academia y los bastardos a los llamas hijos se pueden ir directo al carajo

— Maggie, solo les tengo una noticia ¿Podemos hablar como personas civilizadas?

Serio, Cinco miro a su hermana y después nos miro a Klaus y a mi, para después indicarnos salir. Sin decir nada, los dos salimos de la oficina.

— ¿Van a maldecir a su padre? —se quejó.

— Que poco nos conoces, Reginald —opino Cinco con desagrado.

— Escuchen, quiero compensar el daño que les ocasione y me perdonen o no... los seguiré apoyando, la academia es suya, me iré lejos de ustedes, para que puedan vivir aquí en paz.

— En primer lugar, no somos tus hijos; segundo, solo vinimos porque los chicos nos acompañaron, no para esta estúpida despedida familiar —casi grito Maggie exaltada.

Al escuchar esto, Reginald les entrego los documentos de la herencia de la academia. 

— El dinero no les faltara, vivan en la academia o no, no van a sufrir económicamente.

Cinco suspiro y se acerco a la puerta, mientras que Maggie tomo los documentos y se junto con Cinco.

— Hijos, por favor... dejen de odiarme, díganme que puedo hacer.

— No eres precisamente el mejor, nunca fuiste un buen padre y tampoco lo serás, así que respondete tu mismo —exclamó Cinco molesto.

— Hijo por favor... perdóname, por no darme cuenta que ocho-

— Es todo, me voy —corto Cinco secamente.

Soltando una lagrima y dándole la espalda, solo salió de la oficina. Camino hasta llegar a la sala donde yo veía todo con curiosidad.

Al llegar suspiro y eso llamó mi atención.

— Princeso, ¿Cómo te fue, estas bien?

— Yo... —titubeo—. Si, solo... necesito tiempo a solas.

Sin decir nada mas, se fue del lugar dejándome confundida y preocupada.

[▪︎<🥀>▪︎]

Ocho miraba a su alrededor. Estaba en la azotea recibiendo el poco aire que corría. Sus manos temblaban al leve frío, pero no importaba.

Pensaba en todo.

Entonces, el ruido de la puerta abriéndose la hizo voltear. Encontrándose con un Cinco muy agitado.

— Cinco... —dijo nerviosamente. Suspiro—... ¿Porque viniste aquí?

— Quería estar solo y pensé que nadie estaría aquí, pero ya me voy.

— Ya basta —lo tomo del brazo—. Solo déjame hablar contigo.

— Si es por lo de la apuesta, no quiero hablar de eso. Yo ya te perdone, pero no te quiero cerca de mi, ya no confió en ti, y me alejare de ti cada que insistas.

— ¿Te alejaras de mi aunque te diga que te amo mas que a mi propia vida, que volví mi vida un desastre desde que te perdí?

— Deja de decir que me amas, deja de mentir, ya me has dañado lo suficiente. No necesito vivir en un cuento de hadas... que no existe —expreso con dolor zafandose del agarre.

— ¿Y si no quiero alejarme de ti, y si te digo que muero por besarte?

— ¡Ya deja de jugar conmigo! —grito dolido—. Por favor... deja de hacer mi vida miserable, pude recuperarme de tu traición, pero quiero que te alejes de mi. Te lo ruego, solo respeta eso, es tarde para arreglar las cosas, ocho. No quiero-

Ocho se acerco a Cinco y aunque intento besarlo, él se alejó de inmediato e intento irse, pero ocho lo tomo de la cara.

— Ocho, entiende que yo... ya no quiero. Déjame, por favor.

— Se que me quieres. Lo sé. Podemos arreglarlo, prometo que será distinto. Yo... te quiero. Eres... el chico a quien más amo-

— Si de verdad me quisieras, me respetarías. Sabrías aceptar mi decisión. Incluso si te quisiera... no puedo volver con alguien que... es capaz de dañar por dinero o reputación.

— Lo siento. En serio, lamento a ver sido así. Yo... no sabia que podía lastimarte así y-

— ¡Si lo sabías! —alegó alejándose—. ¡Te lastimaron antes! Y te convertiste en esa persona. Yo no merecía eso... ¿qué hice para que decidieras que era buena idea?

— Cinco —murmuró tratando de tomarlo del rostro.

— Ocho por favor, entiende que...

 — ¿Que tu que? —respondió ostil al verlo callar—. Vamos... ten el valor de responderme, termina la maldita oración Cinco.

— ¿En verdad quieres saberlo?

[▪︎<🥀>▪︎]

Sentada en el sofá, vi como Klaus entraba al lugar y se acercó a mi con una mueca de preocupación.

— ¿Y Cinco?

— No lo se. Dijo que quería estar solo.

—Carajo —farfullo—. ¿Puedes buscarlo? Creo que es mejor irnos ya.

— De acuerdo —accedí algo insegura.

Camine por toda la academia, pero fue inútil. Mal dije al no encontrarlo por ningún lado. No fue hasta que vi a una señora de pelo rubio.

— Disculpa... ¿ha visto a Cinco?

— Oh cariño, lo vi subiendo las escaleras.

Agradecí con una sonrisa y me dispuse a subir.

Fue ahí donde vi dos siluetas en un rincón, y como resultado me acerque a ese lugar, pero al ver lo que sucedía mis ojos se abrieron a más no poder. 

Vi lo que parecía ser un beso entre Cinco y ocho. Al estar en esta situación... ¿Qué hubieran echo ustedes?

Una lagrima broto en mis ojos, para después secarla rápidamente y sin decir nada me fui.













▪︎ Corregido 🥀.

Un Error Imperdonable [Cinco Y T/n]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora