Capítulo 40

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Se había alejado lo más que pudo de los suyos, solo así pondría a prueba sus habilidades y así mismo practicar sin lastimar a alguien.
Llevaba un largo rato congelando lo que encontraba a su paso, los frondosos árboles cubiertos de un bello color blanco daba la sensación que el invierno había llegado a esos lugares.

— Algo me falta — Susurró Dégel al darse cuenta que propagar su aire frío no era lo suficiente para mantener algún objeto dentro de un bloque de hielo, este se derretía muy pronto.

Dejó su varita en el suelo y ahora intentó concentrar aquel poder congelante en sus manos, cerró sus párpados por unos instantes.
Necesitaba más concentración, por alguna extraña razón no lo lograba; quería por unos momentos mantener el hielo en las palmas de sus manos sin embargo este nuevamente se derretía.

— Tal parece que necesitas ayuda.

Esa dulce voz hizo que Dégel buscara con la mirada, después de mucho tiempo sin verla había cambiado, su largo cabello plateado destellaba con los últimos rayos que se colaban entre los árboles.

— Seraphina.

— Sasha nos mencionó que necesitabas nuestra ayuda — La joven se fue acercando lentamente tomando su vestido  para poder caminar entre la maleza, detrás de ella venía su hermano quien no dudó ni un segundo en correr para estrechar a Dégel con un abrazo amistoso.

— Unity.

Seraphina observaba a su hermano junto con Degel, aunque su atención se desvió a los árboles. Fue en ese momento que se dio cuenta de lo que le faltaba, el hechizo congelante de Dégel no era lo suficiente para detener los movimientos con el aire frío.

— Deshielo... — Susurró Seraphina tomando un poco de la escarcha que quedaba en el suelo — Dégel, necesitas un motivo para concentrarte.

— ¿Motivo? — Cuestionó incrédulo, aunque no entendía nada de lo que la joven le estaba diciendo.

— Para comenzar, necesitas pensar en algo que te resulte inspirador... Si solo congelas las cosas sin motivo jamás lograrás mantener a tu oponente atrapado en el hielo.

Para fortuna del joven hechicero el velo de la noche había llegado, los últimos rayos naranja despedían el cielo dando paso a las estrellas.
Seraphina y Unity incrementaban su poder en las noches y esto serviría de ventaja para ellos, guiar a Dégel hasta que encuentre la razón que necesita.

— ¿Y cómo sé cual es mi motivo?

— Lo que más anhelas en esta vida... — Susurró Seraphina tomando sus manos para poder unirlas, así Dégel concentraría todo su poder — Cierra los ojos y piensa en aquello que te haga feliz, lo que más deseas proteger... Algo que ames con infinita locura.

Lo que hacía feliz a Dégel era sin duda su familia, Deuteros lo conoció primero y le brindó su confianza, seguido de Albafica, Asmita, Aspros... Hasta Manigoldo. Todos ellos se habían vuelto muy cercanos a él y si necesitaba sacrificarse por el bien del reino y de los demás lo haría.
Pero...
Cuando Seraphina le mencionó esa palabra sobre amor, solo se le vino a la mente una sola persona... Admitía que Kardia desde el principio cuando lo conoció era un sujeto detestable por la forma en la que lo trataba.
Le daba la razón a los que hablaban a espaldas del joven rey porqué siempre mencionaban que se trataba de alguien testarudo, necio y sobre todo amargado.

Quizá así lo veían los demás, las primeras impresiones no se olvidan, si algo que pudo descubrir a través de su corazón es que dentro de aquel solitario joven se esconde una persona cálida y dispuesta a mostrar sus sentimientos por la persona que más ama en su vida.

Kardia es su impulso a salir adelante, desde que se enteró que estaba en peligro a causa de sus guardias no dudó ni un segundo en querer protegerlo pese a que sus hechizos no sean los mejores.
Por él buscaba aquella joya preciada por muchos, aunque con eso tendría el poder absoluto de los seres fantásticos que se rigen por la magia; lo hacía por devolverle su forma original a Kardia y de una vez por todas acabar con todos aquellos que se han unido a las filas de los malos.

Sin querer un destello se pudo observar entre sus manos, Seraphina se dio cuenta que aquel resplandor en sus manos mostró totalmente una manzana de hielo.

— Lo lograste.

Dégel lentamente abrió sus párpados para encontrarse con una manzana de hielo en sus manos.
Jamás había logrado cambiar alguna forma sin ayuda de su varita, esta vez lo hizo solamente con sus manos.
Encontró su motivo.

— Un buen comienzo Dégel — Interrumpió Unity tomando la manzana de hielo — ¡Te ayudaremos a concentrar tus ataques!

Los dos hermanos se colocaron frente a Dégel mientras sostenían sus varitas, tenía mucho por aprender aún y esta noche le serviría de mucha experiencia.
Recogió su varita del suelo y de la misma manera la sostuvo señalando a Seraphina y Unity.

— Estoy listo.






Al llegar la noche Kardia volvió a su forma humana, Garnet tuvo que salir de su carpa para poder platicar sobre algunos inconvenientes con Sasha mientras que Deuteros seguía discutiendo con Kardia.

— Volví a mi forma, no me tienes que estar cuidando — Respondió Kardia intentando salir de la carpa pero el gemelo menor se colocó en la salida bloqueando su paso.

— ¡Tu suegra dio esa orden! Más vale que te comportes.

Una batalla interminable entre ellos dos, a pesar de que Dégel no estuviera presente, ellos no podían dejar de molestarse.

— Así es — Se acercó de forma intimidante a Deuteros — Es mi suegra porqué ya aprobaron la relación que llevo con mi Dégel.

Aunque la palabra "Mi" la aseguró con toda la intención de dejar en claro a Deuteros la situación sentimental con Dégel.
Ante esto el gemelo menor alzo una ceja totalmente desinteresado.

— Si la suegra ya te aceptó — Comenzó a caminar en círculos rodeando a Kardia — ¿Qué dice el padre de Dégel?

Después de formular esta pregunta se cruzó de brazos mientras observaba como Kardia comenzaba a ponerse nervioso.

— Ese tipo me odia... Si las miradas asesinaran, Krest ya me hubiera matado desde el día que lo conocí — Se quejó molesto Kardia.

Aunque para Deuteros esa revelación hizo que soltara una tremenda carcajada que terminó incomodando a Kardia.

— ¡Bah!— Kardia tomó el abrigo Sasha le dio junto con las demás prendas y se la colocó sobre sus hombros — Ya me aburrí de esta tediosa plática... Vamos a buscar a Dégel.

Deuteros se limpió la lágrima que le salió por estarse burlando de Kardia, afortunadamente Garnet le había dejado otro abrigo al moreno, les serviría mucho por las fuertes corrientes de aire nocturnas.

— Kardia.

— Dime — Le respondió mientras salían de la carpa para poder caminar entre el espeso bosque.

— Deberías considerar quedarte como escorpión.

— ¿Porqué?

— Así no te la pasas quejándote.

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