Capítulo 54 (Capítulo final parte dos)

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- Y así fue como naciste.

Aquel niño de escasos siete años se quedó mirando a su tío Defteros con muchas dudas en su mente.
Si bien el pequeño solo pidió una explicación de cómo nació, fue el moreno quien se encargó de contarle una larga historia que lo terminó matando del aburrimiento.

- Pero... No me dijiste como nací. Yo no quiero saber eso - Habló el pequeño infante mientas se levantaba de su lugar en el mullido sillón en el que se encontraba escuchando la alocada historia.

- ¿Pues que no me pusiste atención Camus? Claramente saliste de tus papás y ya - El moreno alzó las manos dejando al pequeño aún más confundido.

En ese mismo instante se podía escuchar el andar de unos zapatos, a la misma habitación llegó a irrumpir la hermana de Kardia.

- ¿Porque le diste una explicación tan detallada de lo sucedido a Camus si solo es un niño? No va a entender algunas cosas, es solo un niño.

- Bueno, al menos que tenga el conocimiento de lo que sucedió mucho antes de su llegada - Defteros se levantó de su lugar y acarició la cabeza de Camus - Anda, puedes ir a jugar.

Calvera y Defteros miraron como el pequeño Camus salía corriendo de la habitación con un par de juguetes que llevaba en sus manos.

- Kardia te está buscando, le dije que estabas ocupado pero insiste en que le ayudes.

- Lo sé, ese hombre no vive sin mi.

Se halagó así mismo con aires de grandeza mientras se arreglaba un poco sus prendas, Calvera solo se rió ante el acto del moreno, lo observó salir de la habitación y ella se acercó a un cuadro que se encontraba al fondo.

- Padre, si vieras como el reino ha crecido desde que Dégel y Kardia se casaron, estarías orgulloso del buen trabajo que han hecho. Cuando Camus herede el trono sin duda será un excelente rey que sabrá gobernar demasiado bien como sus padres lo hicieron.

Todo había crecido para bien en el reino, los prejuicios culminaron y ahora Caristeas era un pueblo que denominaban "mágico" por sus grandes contribuciones entre magia, herbolaria y un sin fin de hechizos que ayudaban a los demás y con ello la economía misma se favorecía con esas acciones.

En el jardín principal llegaba Defteros para atender el llamado de su amigo quien inútilmente intentaba bajar una de las manzanas del árbol.
Defteros echó una carrera para tomar un poco de velocidad y así dar un brinco en alto, alcanzó la manzana y al estar frente a Kardia, extendió su mano para entregarlo.

- No puedo creer que aún en todos estos años que han pasado no quieras usar tu magia para bajar las manzanas del árbol.

Kardia le dió una mordida a su preciado fruto - ¿Para que? Si estás aquí para ayudarme a bajarlos - Comenzó a reírse aún con el pedazo de fruta dentro de su boca - Por cierto, donde anda mi Dégel que no lo encuentro.

- Mmm no lo sé, yo estaba con Camus explicándole toda la larga historia de tu vida con Dégel, como me preguntó que de dónde había salido, no pude darle esos detalles a un niño y mejor opté por darle la larga charla aburrida de tu vida - Se burló Defteros mirando las reacciones de Kardia.

- Aburrida mi vida pero formas parte de ella amigo mío, evidentemente también eres aburrido entonces - Soltó tremenda carcajada mientras le daba unas ligeras palmadas en la espalda - Por cierto, hablando de hijos... ¿Estás decidido a enviar a tu hijo al bosque y a las lejanias del reino?

Defteros dejó escapar un poco de aire entre sus labios, no era la decisión que esperaba pero realmente necesitaba hacerlo, no cuando su retoño salió con un gran enorme problema después de la alianza con los hechiceros. Asmita bebió por accidente una poción que creyó ser algunas vitaminas para ayudarlo con su embarazo de su hijo, sin embargo esto desencadenó un problema mayor, uno que ni siquiera la mismísima Sasha le encontraba una respuesta.

- Regulus dijo que lo mejor será irse por un tiempo en lo que aprende a manejar bien su habilidad.

- Al menos no es tan pequeño como Camus, de lo contrario si estarías en un enorme problema dejar a tu hijo lejos de todos nosotros.

- Que te puedo decir amigo mío - Defteros rodeó con su brazo a Kardia mientras caminaban juntos de vuelta al castillo - Yo que más quisiera ver a mi hijo crecer, así como tú miras a Camus a diario, pero la situación no es la misma.

Aquella emotiva plática se vio interrumpida por la llegada inesperada de Albafica, quien con su respiración agitada pedía ayuda rápidamente.

- Kardia, Defteros - Los llamó intentando controlar su respiración - Será mejor que vengan rápido, Dégel se acaba de desmayar y no lo hemos podido despertar ¡Lleva un largo tiempo así!

Ambos amigos se miraron con un semblante de preocupación, tan solo esperaban que la situación no fuera peligrosa.
Los tres juntos corrieron hasta el enorme salón donde Dégel permanecía inconsciente, hace unos momentos atrás se encontraba ayudando a colocar los adornos para el gran baile que se llevaría a cabo en honor a la primavera, no obstante jamás se imaginaron que Dégel sintiera un fuerte dolor de cabeza que lo dejó inconsciente en el suelo llamando la atención de todos los trabajadores del castillo.  

- Déjenme pasar - Exclamó Sasha llegando en ese lugar. Con su báculo resplandeciente en la mano se acercó hasta donde se encontraba Dégel y colocó una de sus manos sobre su cuerpo, cerró por unos momentos sus párpados esperando encontrar el problema.

- Oh ya veo... Estás en problemas de nuevo Kardia - Sonrió Sasha jugando con la paciencia de joven rey.

- Ahora cuál es el problema si yo no le hice nada a mi Dégel. Yo estaba afuera - Se defendió cruzando los brazos.

- Bueno - Sasha se incorporó nuevamente - La realidad mi querido Kardia, es que nuevamente serás padre, más te vale cuidar a tu próximo retoño, capaz que sale igual que tu de necio y testarudo.

Los aplausos por los presentes no se hicieron esperar, Kardia tuvo que acercarse para tomar a Dégel en sus brazos para poder llevarlo a descansar a la cama.

- Si es niño le pondré Milo.

Con esa respuesta se dió la media vuelta con su pareja en brazos y salieron del gran salón. Nuevamente a cuidar de Dégel y la llegada de otro pequeño heredero en la familia.

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