Capítulo 3

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Al día siguiente, después de la exhausta búsqueda por órdenes de Kardia, se encontraban afuera del castillo rindiendo cuentas sobre lo sucedido en esa triste travesía.

-¿Y bien... Qué tienen que decir al respecto de esto?- Preguntó Kardia al ver que sus guardias traían a los hechiceros que perdieron la vida tras su búsqueda.

-Mi señor- Caminó uno de ellos para quedar frente a los demás, hizo una leve reverencia y comenzó a relatar- Ellos nos atacaron primero, nosotros solo respondimos a sus ataques... Es muy normal que respondieramos para defendernos-

Kardia cerró sus ojos molesto, el había pedido que le llevaran a un hechicero, más no que entregaran cuentas con aquellas personas sin vida.

-Espero que no hayan acabado con todos ellos, aunque mi hermana se ha ido de este mundo... Yo aún sufro de esa maldición- Respondió con suma seriedad en sus palabras.

Los guardias se quedaron pensando mientras  se miraban entre ellos, la búsqueda fué tan larga que no saben si realmente quedó alguno con vida ó si terminaron con todos ellos.
Una cosa era segura, Kardia odiaba a los hechiceros por traerles la desgracia a su reino y sobre todo a su familia.

-Si llegan a encontrar a uno solo de ellos, me lo traen... ¡Con vida!-Espetó furioso, con suma elegancia acomodó sus prendas y se retiró de ese lugar, dejando a sus guardias solos.

-Estaremos en problemas si alguno de ellos siguiera con vida y contara la verdad- Susurró uno de los guardias al que estaba a cargo de ellos.

-Si eso llegara a suceder... Mátenlo- Respondió mientras le daba la espalda a los demás guardias.

-¿Cuál es el afán de querer acabar con ellos Radamanthys?- Preguntó otro de ellos.

-Simple- Esbozó una sonrisa maléfica- Sé que  ellos como hechiceros guardan una reliquia muy importante que les permite crear hechizos más poderosos sin excepciones-

-¿Entonces en pocas palabras quieres ese poder?- Preguntó otro de los guardias.

-Así es... Si acabamos con todos ellos, aquella reliquia será nuestra y además dejaremos que Kardia muera por su propia maldición. El reino será nuestro-

-No es mala idea- Susurraron algunos, claro que se unirían a sus filas, era un plan tentador...




Medio día:

Deuteros se encontraba cortando los troncos de leña, mientras que Aspros terminaba de recoger algunas hortalizas de su huerto.

-Hermano...¿Ese joven aún no despierta?- Cuestionó Aspros.

-No, aunque por sus rasgos no parece ser de estos lugares- Respondió sin quitar la vista de sus trozos de leña.

Aspros estaba por preguntar algo más cuando fueron interrumpidos por una visita inesperada.

-Que tal Aspros... Deuteros- Saludó Manigoldo caminando hasta donde se encontraban los gemelos trabajando.

-Que pasó Manigoldo- Saludaron ambos hermanos.

-Simplemente vine a preguntarles algo... La gente del pueblo teme por sus vidas, ayer persiguieron a los hechiceros que vivían a las afueras del Reino pero dicen que mataron a todos- Respondió Manigoldo tomando asiento en una banca de madera que se encontraba en la entrada de aquella cabaña.

-Ayer... Solo escuchamos a lo lejos algunos disturbios pero no quisimos saber que pasaba. Pero porqué la gente del pueblo teme si son simples hechiceros-

-Por lo mismo... Piensan  que les harán algo malo, así que si ven alguno de ellos no dudarán en llevarlos ante Kardia- Contestó Manigoldo.

Deuteros se quedó pensando todo lo que decía su amigo, después recordó al chico que se encontró en la mañana cuando se desmayó... Pero quizá eso es imposible, no creía que aquél joven de piel de porcelana fuera uno de ellos.

-Y bueno cambiando de tema... -Aspros no pudo seguir platicando, a lo lejos un joven de cabellos cobaltos venía de regreso sobre  su caballo, pero el animal se había alterado galopando sin motivo aparente llevándose al chico por otra dirección.

-¡Ayuda!- Gritó desesperado tratando de controlar a su caballo pero no fué suficiente.

-Ese chico necesita ayuda- Manigoldo no dudó en ayudarlo y corrió en la misma dirección que había tomado el joven y el caballo.

-Deuteros... Quédate aquí, le ayudaré a Manigoldo, parece que ese chico necesita ayuda, de lo contrario ocasionará un accidente- Aspros corrió también tratando de alcanzarle el paso a su amigo para tratar de detener al  nervioso caballo.

-Ahora aquí todo mundo está de cabeza- Se dijo a si mismo mientras observaba a lo lejos como batallaban tratando de acorralar al caballo.






-¡Espera!- Gritaba Aspros dándole alcance a Manigoldo.

-Esto es más difícil de lo que pensé. El caballo está muy asustado-

-¡Cuidado Manigoldo!- Gritó Aspros al ver que aquél chico de cabellos cobaltos comenzaba  a caer de ese animal.

Rápidamente corrió para poder atraparlo, pero justamente cuando sintió que lo tenía entre sus brazos, ambos cayeron suelo por el impacto del movimiento.

Aquél joven de cabellos cobaltos se aferró al pecho de su salvador mientras mantenía los ojos cerrados. Su corazón latía con más fuerza por el impacto de aquel accidente. De no ser que aquellos chicos vinieron pronto a rescatarlo, seguiría batallando con el caballo, quien después de tirar a su amo, galopó lejos de ese lugar perdiéndose entre la maleza del bosque.

-¿Estás bien?- Preguntó Manigoldo observando como aquél chico no quitaba su manos de su pecho, no cabe duda que ese momento fué crucial para el joven.

-Yo...- Poco a poco fué liberándose de su salvador y lo miró a los ojos- Estoy bien, gracias-

Manigoldo se quedó asombrado por la belleza de ese joven, jamás en su vida había admirado semejante belleza. Simplemente era hermoso.

-No fué nada- Contestó desviando su mirada para otra dirección, después de que aquella belleza de persona le robara el aliento en tan solo poco tiempo.

-Será mejor que vayamos a la cabaña, usted necesita recuperarse de su alocado viaje, joven...- Aspros con su mano lo señaló esperando que ese joven pudiera decirle su nombre.

-Albafica... Me llamo Albafica y no tienen la menor idea de como se los agradezco. Ese caballo estaba a punto de tirarme al suelo- Respondió mientras se liberaba del agarre de su salvador.

-Albafica, sin duda un hermoso nombre... Me presento mi nombre es Manigoldo- Hizo una leve reverencia y tomó la mano de aquél joven y depositó un suave beso en el dorso de su mano.

-Muchas gracias Manigoldo, el placer es mío- Sonrió mientras trataba de liberarse del agarre del joven.

-Y mi nombre es Aspros, lamento interrumpirlos pero necesitamos ir a la cabaña-

-Cierto, nos espera Deuteros, vámonos- Manigoldo tomó a ese chico de cabellos cobaltos y lo llevó entre sus brazos para poder regresar a la cabaña.

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Buenas madrugadas mis querid@s lectores espero que les guste este capítulo de esta historia que apenas comienza.
Les agradezco que la lean y la comenten, son muy importantes para mí y de verdad que les agradezco el tiempo que se dan para leer 🥰🥰

Sin más me despido y nos leemos hasta el siguiente capítulo. Los quiero 🥰







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