Capítulo 30

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Kardia seguía aquella brisa que lo guiaba donde la luz de la luna iluminaba, llevaba caminando un largo tiempo entre ese espeso bosque no le encontraba fin.

- Degel... ¿A donde te fuiste a meter? - Se preguntaba una y otra vez con un poco de temor, cualquier sonido e incluso el crujir de los árboles lo mantenían a la expectativa de que corría peligro en ese lugar.

Al final del camino aquella brisa que lo guiaba desapareció dejándolo frente a una cueva muy obscura.

- Esto debe ser una broma, Degel me dijo que solo me mantendré así mientras la luz de la luna me ilumine - Se quejó molesto cruzando los brazos. Pero su atención se posó a lo lejos de ese lugar, unos ruidos acercándose cada vez más a él lo alertaron.

Entre cerró sus párpados para tratar de ver aquello que se movía a lo lejos, aunque solo podía divisar el movimiento de los arbustos.
De manera repentina un rugido lo alertó y por instinto comenzó a retroceder quedando en las sombras de aquella cueva.

El joven león dio un gran salto y se quedó justamente en la entrada de la cueva dando un estruendoso rugido, acto después se convirtió en el joven de cabellos castaños.

- Juro que aquí estaba una persona - Susurró buscando con su mirada.

Detrás de él llegó Manigoldo seguido de Aspros quienes se encontraban demasiado agitados tratando de alcanzarle los pasos a Regulus.

- Oye mocoso... - Respondió Manigoldo tratando de regular su respiración - Estamos cansados - Después de decir esto se sentó en una piedra que estaba a su lado inhalando y exhalando para calmarse un poco.

- Ni de broma entro en ese lugar - Respondió Aspros señalando al interior de la cueva.

- Lo que pasa es que el aroma de Degel sigue adentro... Además pude ver que alguien estaba parado en este lugar y después ya no vi nada más - Contestó el joven alzando los hombros mirando a ese par que lo observaban incrédulo ante sus palabras.

Manigoldo estuvo por responderle algo más sobre ese tema pero al momento de bajar su mirada se dio cuenta que un pequeño escorpión corría en círculos como queriendo buscar algo.

- No se muevan... Dejen que lo pise - Respondió Aspros acercándose, se preparó para poder pisarlo pero en ese momento Regulus se acercó gritando tomándolo justo a tiempo.

- ¡No!

- Porqué lo tomaste Regulus - Contestó Aspros molesto.

- Ustedes no lo pueden ver... Pero yo si - Cargando en sus manos a ese pequeño escorpión lo llevó a un sitio cercano donde la luz de la luna pudiera reflejar en él - Está bajo un hechizo de Degel, puedo sentirlo.

Manigoldo y Aspros se quedaron sorprendidos al darse cuenta que aquel bichito unos rayos de luz destellaban de aquel escorpión envolviéndolo en un resplandor en tonos cián.

- Aspros... ¿Estás viendo lo mismo que yo?

El gemelo mayor solo asintió con la cabeza sin quitar la vista de ese destello aún perplejo ante lo que veía.

- ¡Kardia! - Exclamaron los dos al unísono, después de decir esto, ambos se acercaron hasta el joven del reino de Caristeas.

- Menos mal no me mataste - Respondió molesto Kardia dirigiendo su mirada al gemelo mayor.

- Bueno yo no sabía que eras aquel insecto del suelo - Respondió Aspros con altivez.

- Eso lo dejaremos para después... Mejor vamos a platicar sobre quien eres chiquillo - Kardia se acercó hasta el joven de cabellos castaños.

- ¡Oh perdón mis modales señor! - Se llevó una mano a su cabellera castaña - Mi nombre es Regulus, soy uno de los hechiceros de la caravana donde venía Degel y bueno... Sus padres lo están buscando.

- Mejor dicho sus suegros - Murmuró Manigoldo con la intención de burlarse pero Kardia lo alcanzó a escuchar. Desvió su mirada a ese tipo de manera amenazante.

- Hay Kardia por favor, a estas alturas sabemos todos en el reino que Degel y tu hacen una pareja ideal - Respondió Manigoldo tratando de no alterar a Kardia más de lo que ya estaba.

- ¿Usted es el novio de Degel? - Cuestionó Regulus con una sonrisa, animado por aquella noticia.

- Ya dejen este tema del romanticismo - Se quejó molesto Aspros - Venimos ayudarlos Kardia. Tus guardias mandaron a terminar con tu vida para tomar control de tu reino. Mi hermano Deuteros nos explicó todo lo que pasó... ¡Tienes que llegar a imponer tu autoridad antes de que tomen posesión de  tu reino!

- ¡Y como quieres que regrese si Degel me convirtió en un miserable bicho que no sirve para nada! - Se quejó molesto respondiendo ante su desgracia.

- Lamento interrumpir... - Respondió Regulus - Degel está en peligro y tenemos que ir a rescatarlo.

- Espero tengan una buena idea porqué solo me puedo mantener así bajo la luz de la luna - Contestó Kardia mirando al resto.

- Un lich tiene al joven Faure, tenemos que entrar, de lo contrario tomará toda su energía y morirá - Contestó Regulus preocupado mirando a los tres.

- No tenemos opción, espera aquí Kardia. Nosotros entraremos y traeremos de vuelta a Degel con nosotros. En su estado actual no podrás hacer nada siendo un escorpión - Respondió Aspros adentrándose a la cueva, seguido de Manigoldo y detrás de ellos Regulus quien los guiaba con el poder de su olfato.

Kardia simplemente cruzó los brazos y se sentó en una de las piedras que estaba a su lado.
Pero su tranquilidad se acabó justo en el momento que una voz ronca interrumpió sus pensamientos.

- Ese trío de tontos cayeron en mi trampa.

Rápidamente Kardia se levantó de la roca para poder ver de quien se trataba aquella estruendosa voz.

- Pero... ¿Qué carajos eres tú? - Cuestionó con repugnancia, el tipo era feo, daba lástima ver su piel casi adherida  a sus huesos.

- Yo me llamo Fafner y soy quien cuida de esta cueva - Después de presentarse sonrió con malicia y se fue acercando de manera peligrosa a Kardia.

- Aléjate de mi bestia asquerosa - Respondió retrocediendo.

- ¿Quieres ver a tu amado?... ¿No es así? Puedo sentirlo, lamento decirte que muy pronto estarán juntos después de absorber toda su energía.

Ahora entendía como era de extraño y fascinante el mundo de Degel, pero... ¿Qué podía hacer al respecto? No tenía las mismas habilidades como aquel hechicero que lo cautivó.
Pero entre más retrocedía, de manera inconsciente tomaba el rumbo de la entrada a la cueva.

- No huya su majestad perteneciente al reino de Caristeas... Unos hombres tuyos pagaron muy bien por quitarles a tu amado del camino y si llegaba a encontrarte, tengo la obligación de entregarte a ellos con vida.

- Esos malditos - Murmuró Kardia entre sus labios apretando los puños molesto, ahora entendía que las palabras de Degel eran ciertas, así como su amado hechicero hizo lo posible por salvarlo de esa desgracia, él vería como rescatar a Degel de ese tipo que busca hacerle daño.

- ¿Cuanto te pagaron esos mal nacidos por hacer este trabajo sucio? - Preguntó Kardia con molestia.

- Una bolsa de monedas de oro... Pero eso no es lo importante su majestad - Se burló esbozando una sonrisa malévola - Me dieron la oportunidad de absorber la energía de la gente del reino... ¡Y eso me volverá aún más inmortal! Acabaré con todos y con los hechiceros, la reliquia es mía y yo la encontraré porqué se qué tu amado Degel la quiere para volverte a tu estado normal.

- Si tanto la quieres... ¿Porqué mejor no la buscas tú y dejas a mi Degel en paz? - Al principio Kardia se sentía con temor pero después de escuchar las palabras molestas de ese sujeto comenzó armarse de más valor.

- El corazón escarlata solo puede sacarla una pareja que se profese amor eterno... Por eso los usaré ustedes dos a mi favor y acabaré con sus vidas después de todo.

- Corazón escarlata - Susurró Kardia asombrado con aquello que escuchó...

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