8. El Desastre De Fingir

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Elsa

—Por cierto, Kriss —En medio de la deliciosa cena, recordé algo que quería preguntarle a Kristoff. —El otro día Anna mencionó que fuiste a una cena de compromiso.

—Ajá —Asintió llevándose un trozo de carne a la boca.

—¿Pude saber cómo se llamaba la novia? —Pregunté con curiosidad.

—Ariel, ¿por?

Abrí mis ojos sorprendida y compartí una mirada con Jack.

—Vale, estábamos invitados a la misma boda —Dije todavía algo confundida.

—¿Qué? ¿Conocías a Ariel? —Preguntó Kristoff.

Asentí.

—Es mi compañera en el taller.

—Vaya, eso no me lo esperaba —Dijo Kristoff pensativo. —En fin, es genial, fuimos juntos.

—Vale, todos aquí conocen a la novia o al novio, menos yo. Con suerte había cruzado palabra alguna vez con Eric —Dijo Anna indignada.

Reímos.

—Si te sirve de algo, cuñada, tampoco conocía a los novios. Solo un día apareció Ariel toda efusiva diciendo: "por cierto, Jack, no te conozco pero estás invitado a mi boda".

Kriss soltó una carcajada y Anna suspiró.

—Al menos había mantenido conversación con ella. En fin, terminamos, ¿vamos a ver la peli? —Dijo emocionada cambiando de tema drásticamente.

Kristoff negó.

—No, aún faltaba el pastel —Dijo colocándose de pie.

Anna sonrió entusiasmada.

Amaba el pastel, sobre todo de chocolate.

Y en especial, el pastel de chocolate que Kristoff preparaba.

—¡Y 19 perfectas velas, para mi perfecta novia! —Kristoff colocó el pastel al centro de la mesa y con fósforos, encendió las velitas.

—¡Está precioso! —Dijo Anna al ver las perfectas letras hechas con crema blanca.

—¿Te gusta?

—¡Por supuesto! Gracias, te amo —Se estiró para besar sus labios, y yo hice una mueca.

—No muestras de afecto frente a mí, por favor —Dije.

Ellos rieron.

—Por favor, como si tú no besaras a "Jackie".

Mis mejillas se sonrojaron y Jack rió.

—¡Solo yo puedo decirle así! —Exclamé avergonzada.

—Vale, vale.

—Déjalos, estrellita. Qué sean felices besuqueándose delante de todos —Reí y esta vez Anna rodó los ojos.

Cuando por fin dejamos de alegar, Kristoff apagó la luz antes de sentarse junto a Anna.

—Vale, 1, 2, 3...

Y comenzamos a cantarle la canción del cumpleaños a mi querida hermana.

Ella sonreía feliz, de vez en cuando miraba a Kristoff y no podía distinguir cuál de los dos tenía la mirada más enamorada.

Ellos dos de verdad se amaban un montón.

Metas de vida: que alguien te mire como Kristoff miraba a Anna.

O como Anna miraba a Kristoff.

—¡El primer trozo es para la cumpleañera! —Dijo Kristoff dándole el trozo de torta a Anna.

El Arte De Fingir [JELSA] (#1) ✔︎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora