Capítulo 28

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Jennie


Las miradas de todos estaban sobre mí desde que bajé del auto de mi madre. Sentía la incomodidad apoderarse de todo mi ser, arrastraba con pasos laxos mi cuerpo hasta llegar a mi casillero, lo abrí detenidamente una vez que estuve enfrente. Seguía sintiendo varios pares de ojos a mis espaldas, logré atisbar a varias personas mirándome sin disimulo alguno.

«¿Qué ocurría?».

Mordí mi labio con nerviosismo y comencé a coger las cosas que usaría, mis manos ya comenzaban a sudar y sabía que ese insufrible ataque de paranoia vendría pronto.

Al instante que quise tomar con mi mano uno de mis libros, me percaté de un papel amarillo doblado perfectamente por la mitad yacía acomodado en una esquina del casillero, mi entrecejo se frunció y lo tomé con duda.

Yo no recordaba haber guardado aquello, mucho menos pedirle a alguien que lo hiciera, estaba segura de algo y es que habían forzado mi casillero para meter aquel sobre.

Lo desdoblé dejándome a la vista el contenido de su interior. Mi cuerpo se tensó. Me helé y sentí como la pequeña sensación de presión en mi sien se hizo presente, al mismo tiempo que mi boca se entreabría haciendo que mi lengua se sintiera seca.

Oh, señor.

Ahora entendía porque todos me miraban de esa manera.

— No, no... —repetí.

Era una foto de Lisa conmigo besándonos en la biblioteca.

Di un paso hacia atrás y relamí mis labios, me di la vuelta para ver como algunos susurraban con su mirada sobre mí. De pronto, me sentí demasiado pequeña al obtener en ellas desaprobación, burla y demás.

— ¡Jennie!

Gritaron.

Miré a la dirección de dónde provenía aquella voz y supe que todo se había arruinado. Rosé venía hacia mí con grandes zancadas. Su rostro serio. Podía ver desde esa distancia como su enojo emanaba su interior, cuando estuvimos frente a frente pude visualizar las venas resaltadas de sus manos. Estaba hecha una furia, lo suficiente para poder intimidarme.

— Chae... —inicié, queriendo tranquilizar la situación, pero no me dejó hablar.

— ¡¿Que mierda es esto?! —gritó, asustándome, causando que yo diese un paso a atrás.

Su mano se levantó mostrándome su celular en donde se plasmaba la foto de Lisa conmigo. Me quedé muda ante eso, mi vista solo iba de la imagen a sus ojos azules, su mandíbula se tensaba, ¿cómo ocurrió esto?

¿En qué momento todo se salió de mis manos?

— ¡Contesta! —exigió dura acercándose peligrosamente a mí—. ¡Explícamelo ahora mismo, joder!

— No me grites... —tartamudeé—. Yo-yo no sé... n-no sé cómo ocurrió.

Demasiado tonto, pero no tenía nada con qué defenderme. Fue mi culpa por no haber medido las consecuencias, a pesar de que una noche antes planeé terminarla, yo jugué con fuego y me estaba quemando.

Entonces, lo acepté. Acepté que me gritara porque quien falló fui yo.

— ¿No sabes? ¿Solo la besaste y ya? —inquirió con ironía pura desbordando sus palabras—. ¿¡Desde cuándo me ves la cara de imbécil!?

¡Maldita sea, Jennie!

El alumnado a nuestro alrededor era digno de apreciar aquella escena que se convirtió en un drama total. Me gritaba en frente de casi todo la universidad, la dignidad y orgullo que tenía se murió ahí mismo, con los gritos de la rubia, los susurros de ellos y las miradas de todos.

Caminos diferentes [Jenlisa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora