Capítulo 40

104 8 4
                                    


Lisa


Nunca fui una persona que se arrepintiera de las cosas que hacía, muchas veces una aprendía de sus errores, el tener que lamentarse por algo que hiciste en tu pasado está bien, es cierto que no puedes revertir lo hecho, sin embargo, ese sentimiento te hace humano.

Siempre acepté mis decisiones y estuve consciente de sus repercusiones, a pesar de los problemas que en algún pasado tuve con Jennie. Actualmente todo marchaba de maravilla y ni hablar en el ámbito familiar, la relación con mi padre mejoraba con el paso del tiempo, no podía sentirme mejor. Jaehyung se encontraba en la ciudad desde hace algunas semanas atrás y eso significaba una sola cosa: pronto partiría con él.

— ¿Estás segura de lo que harás?

A mi lado, Jisoo cuestionó mientras encendía un cigarrillo. La miré.

— Sí —afirmé, asintiendo varias veces, convincente de mi decisión—.

No puedo echarme hacia atrás. Es decir, en menos de un mes dejaré Seúl, lo que menos quiero es que haya secretos entre Jennie y yo, honestamente anhelo que las cosas marchen muy bien entre nosotras para que no haya disgustos, malentendidos o que ella se tenga que enterar por terceras personas.

— ¿Cuándo tienes pensado decírselo? —ella inquirió, dándole una profunda calada a su cigarrillo.

— Mañana por la noche —respondí—, quería saber si me podrías ayudar, te necesito.

Me sentía lo suficiente nerviosa como para darme cuenta que las palmas de mis manos empezaban a sudar al mismo tiempo que mi pierna se movía de manera inquietante.

Jisoo le dio pequeños golpes a la colilla con su pulgar, causando que las cenizas se desprendieran y fuesen arrastradas junto al aire.

— Por supuesto, siempre he sido tu gata —masculló entre dientes.

A mí se me hizo graciosa la escena, por lo que maullé, arrugando mi nariz y hacerle un ronroneo por lo bajo, ella me dio un golpe en el hombro ocasionando que yo me quejara, y agregó:

— Un día te patearé el culo.

— Tranquila. —Me reí. Retomé la plática abandonada de hace unos minutos, tomando una postura seria—. Solo consígueme el auto de nuevo.

— Oh, vaya, ¿a dónde la llevarás? Aunque la pregunta más importante aquí es, ¿iré a tu cita?

— La llevaré a una puta cascada porque ella quiere ir a una. —Torcí mis labios, fingiendo estar asqueada—. Le diré todo lo que quiera saber, pero necesito una canción que Jun siempre solía cantar y es con la que ahora me siento tan identificado, te pido de favor que dentro de la caja del vinilo metas una carta que te daré. Y no, no te llevaré. Me ayudarás porque no tengo aquel disco de esa banda y mañana estaré con ella, así que te ordeno que me lo encuentres, al rato te paso el nombre —solté todo sin hacer ninguna pausa, casi como si alguien me estuviese apurando—. Maldita sea, estoy muy nerviosa.

— Demonios, pensé que me bañaría en la cascada —pronunció con un disfraz de decepción. Yo la miré mal—. Pero está bien, cuentas con mi apoyo, jamás creí verte en tal estado, porque... ¿una carta?

Tosí, cubriendo mi boca con el dorso de la mano.

— Sí, la cargo en mi mochila —respondí—. Son algunas cosas que debe saber una vez que me haya ido de Corea. Le pediré que la lea cuando me encuentre lejos, solo de esa manera no intentará impedir que me vaya.

Caminos diferentes [Jenlisa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora