Capítulo 36

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Jennie



— ¿Quieres hacer algo hoy? —le pregunté a Lisa ladeando mi cabeza, pero ella no respondió—. Hey, Lisa —dije en un cantito mientras pasaba mi mano por su rostro.

— ¿Ah? —Parpadeó un par de veces hasta mirarme bien.

— ¿Me estás escuchando?

— Lo siento —se disculpó relamiéndose los labios.

— ¿Ocurre algo? —Traté de sonar un poco suave, intentando que no se sintiera presionada por ello.

— No —negó unas cuantas veces.

— ¿Estás segura? —Levanté unas de mis cejas y ella dio un suspiro intranquilo.

— Sí, lo estoy —afirmó rascándose el mentón—. ¿Qué me estabas diciendo?

Atrapé mi labio entre mis dientes y decidí ya no insistir. Últimamente Lisa había estado actuando raro, se desviaba fácilmente de nuestras conversaciones, como si estuviese pensando en algo que le preocupara demasiado y se iba sin decir alguna palabra, aunque no necesitaba explicaciones me preocupaba, porque tenía la pequeña incertidumbre de que su comportamiento se debía a algo mucho más personal y privado.

— Te preguntaba si querías hacer algo hoy... —murmuré por lo bajo, queriendo recordarle, aunque claramente ella no lo haría porque no me había estado prestando atención.

— Honestamente no tengo ganas de salir, de hecho, quería retirarme, no me siento bien —explicó en un ligero suspiro entre medio, dejándome un poco desilusionada.

Miró su bandeja de comida con disgusto, estaba sin tocar, ni siquiera su jugo había bebido. Con su mano la movió a un lado alejándola de su cercanía haciendo una mueca de disgusto.

— Lisa —la llamé. Ella no se dignó a dirigirme la mirada, en cambio, solo hizo un sonido extraño con la boca para que yo continuara—. ¿Te ha hecho algo tu padre?

Esta vez, alzó sus ojos hasta los míos, y pasó su lengua con rapidez sobre su labio superior.

— No. —Suspirando estiró sus piernas por debajo de la mesa causando que sus pies chocaran con los míos y los regresó para levantarse de su asiento, fruncí el ceño ante su acción y me susurró casi inaudible—: Nos vemos después.

— Espera —gemí deteniéndola, tomé su mano por encima de la mesa y lo obligué a que me volviese a mirar—. ¿Qué tienes?

— Nada, Jennie —pronunció con mucha firmeza mi nombre y negó unas cuantas veces. Apretó sus labios formando una tensa línea y los volvió a abrir para hablar, claramente, irritada—. Tengo sueño, solo iré a descansar, luego te veo

Por esta ocasión, no protesté para dejarla ir quedando inaudita ante su contestación, sentía mi pecho aún encogido por la forma que escogió de en qué me habló, pero dolía aún más el hecho de que me había llamado por mí nombre y no por mi apellido como solía hacerlo. Se sentía realmente extraño. Lisa con pasos rápidos desapareció por completo detrás de las puertas de la cafetería.

Quería decirle que me había parecido la canción que hace tres días me pidió que escuchara. Era realmente hermosa, me encantó, la letra era magnifica y me enamoraba cada segundo. Esperaba a que ella me preguntara sobre esa canción, pero no fue así. Observé la pantalla de mi celular que indicaba la hora para la siguiente clase, di un suspiro de cansancio y emprendí mi camino a mi aula.

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Rezaba desde que entré al lugar para que ella no estuviera ahí y que, solo por esta vez, la suerte estuviera de mi lado. Gracias al cielo, así fue. Mi respiración se tranquilizó y los nervios se detuvieron cuando pude ver solamente a el rubio, quien jugaba con unas cuantas servilletas desprendiéndolas entre sus dedos.

Caminos diferentes [Jenlisa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora