Capítulo 37

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Jennie




Era primero de diciembre y me encontraba en la habitación de Lisa.

Observaba cada disco de vinilo que yacían en esa pequeña repisaba, Lisa se puso a un lado de mí y con sus labios fruncidos buscó entre ellos, sacó uno y lo leyó. No pude ver cuál era ya que se dio la vuelta y fue hasta la mesa. El reloj que tenía en su mesita de noche indicaba que eran las ocho de la noche, el tiempo pasó rápido porque se le había antojado comida rápida en el camino.

— Quiero... que escuches una canción en específico —murmuró colocando el disco.

La melodía comenzó a sonar encerrándose en la recámara de Lisa.

Mis ojos no se alejaban de su cuerpo en donde solo podía ver su perfil, la letra empezó con una frase característica. Ella se rascó el tabique de su nariz y comenzó a balancearse de un lado a otro.

Su rostro estaba serio, sus ojos me hacían sentir cálida, en cambio, los míos comenzaban a picar, iba a llorar, estaba a punto. Agrandé aún más mi sonrisa, mis mejillas las sentí calientes, lo más seguro es que estaban coloradas. Intenté bajar la mirada, pero la mano de Lisa en mi mentón lo impidió.

Sus labios se unieron con los míos, creando un beso suave, me había acostumbrado a su tacto, a la forma en que sus labios acariciaban los míos.

De una forma singular y curiosa. Ella se alejó para volver a crear un lindo contacto de nuestros ojos.

Comenzó a balancearse conmigo de un lado a otro, yo solté una risita porque me pareció gracioso, vino a mi mente el recuerdo de la vez que de igual manera estábamos bailando Wonderwall como dos completas tontas, porque eso éramos, unas tontas. Quizá dos tontas enamoradas.

Puse mi cabeza en su pecho oyendo con una tranquilidad increíble la canción, que con cada palabra era una posibilidad de estar en cielo. O bueno, ya lo estaba junto a Lisa. Sentí como su respiración chocó con mi oreja y después sus labios acariciar mi lóbulo.

Inició cantando en un murmuro causando que yo cerrara los ojos, ella dejo un casto beso sobre la parte trasera de mi oreja y continuó con su tarareo meduloso, la letra de la canción me hacía sentir especial y el trato que Lisa me estaba proporcionando solo complementaba la escena.

La quería mucho. La amaba con cada partícula de mi cuerpo. No quería dejarla ir, nunca.

Abrí mis ojos cuando sus fríos dedos tocaron mi mejilla, fue suave y tierno, a pesar de la temperatura de su piel, sentí ese acto tan cálido. Tuve un contacto directo con sus orbes verdes.

Escuchar la canción con su voz fue lo suficiente para que mi corazón doliera y las palabras que amenazaban con salir de mi boca ante el simple recuerdo de saber lo que ocurriría dentro de un tiempo, me traicionaron

— No quiero que te vayas... —susurré y la primera lágrima salió dándole el paso a las otras.

— ¿De qué hablas? —Me miró confundida.

— De irte lejos de Corea, con tu hermanastro —sollocé, ella dio un suspiro.

— ¿Cómo te enteraste? —cuestionó en un tono suave

— No importa cómo, solo no quiero... —Relamí mis labios y me di cuenta de lo que estaba haciendo, me comportaba egoísta con ella porque, al final de todo, Lisa merecía estar lejos—. Pero sí estarás mejor no puedo impedírtelo, solo quiero que olvides todo lo que una vez te hizo daño y si para eso necesitas irte, ten la seguridad que estaré de acuerdo solo por ti, porque quiero que seas feliz...

Caminos diferentes [Jenlisa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora