Capítulo 39

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Jennie


— ¿Por qué las plantas crecen mejor con abono? —Tae preguntó al aire—. El abono es desecho, si me echo basura encima, ¿sería más guapo?

Yo fruncí mi ceño ante su cuestionamiento extraño y lo miré mal. El estado de confusión se presentó en mí. Seguía sin entender muchas cosas sobre él, creía conocerlo, aunque en realidad me daba cuenta con el tiempo que Taehyung era alguien raro por completo.

— ¿Más?

— Sí, no es por ser narcisista, pero feo no estoy.

Puse los ojos en blanco y suspiré.

— Inténtalo, al lado de los baños hay un bote grande, deberías apresurarte, no querrás que alguien te gane.

— Buena estrategia —dijo, regalándome un guiño—. No soy tan estúpido como aparento.

«Deja de engañarte», pensé.

Sin decirle más, decidí llevar mi cabeza sobre mis brazos, los cuales descansaban encima de la mesa. Esperaba por Lisa, en la mañana, antes de entrar a literatura, me había dicho que terminando el horario de clases la acompañaría a un sitio, no tenía idea alguna de qué se trataba, sin embargo, aquí me encontraba en las mesas del patio trasero junto a Tae.

Por su parte, el chico no tuvo problemas en aceptar a mi petición de que estuviese conmigo durante media hora. Él iría a entrenamiento a las tres. Ambos ganábamos.

Seguía triste por la noticia de que Lisa se iría de Corea antes de finalizar el año. A pesar de que querer platicarlo con alguien, prefería guardármelo y tratar de lidiar con este tormento que consumía lentamente.

Un porcentaje de mí estaba siendo egoísta al querer suplicarle para que no se fuese mientras otro cierto porcentaje veía de forma positiva esta gran oportunidad que ella tenía.

«Es por su bien, Jennie», me regañé.

Resoplé cansada y volteé hacia el castaño, aún con mi cabeza entre mis brazos. Me sentí desconcertada al fijarme en lo que realizaba. Una hoja de papel blanca. Figuras.

— ¿Origami?

Él volteó a verme y dibujó una sonrisa en su rostro.

— Algo así. En el origami no se usa tijera.

— Pero no estás usándola.

— Lo sé, pero normalmente suelo ocuparlas, en este momento no me sirven. —Se encogió de hombros—. Listo, he finalizado.

— ¿Es un elefante?

Me erguí. Tae asintió y me acercó la figura de papel.

— Te lo regalo.

La comisura de mis labios se elevó. Cogí su pequeño y significativo obsequio, apreciándolo desde todos los ángulos que se me fuesen posibles.

— ¿Desde cuándo sabes hacer esto?

— Mmm... ¿trece años? —dudó—. No sé, veía a mi padre hacer barcos con el periódico después que terminaba de leer y los ponía en el centro de la mesa que se hallaba en la sala, en ocasiones jugaba con ellos. Me llamó la atención lo peculiar que es transformar el papel en diferentes figuras.

— ¿Qué otro talento ocultas? —acusé, mirándole con los ojos entrecerrados.

Se quedó pensando, proyectándose una vez más su vida. Aunque no pudo responderme porque la voz de una tercera persona nos interrumpió.

Caminos diferentes [Jenlisa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora