Capítulo 34

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Jennie



Una vez más, halé del brazo de Lisa intentando que entrara y ella soltó un quejido.

— Estás loca si crees que entraré allí —murmuró entre dientes.

— Oh, vamos —supliqué de nuevo.

— Nunca he entrado a una iglesia o, bueno, quizás sí, pero no quiero hacerlo ahora —indicó y ordenó—: Suéltame.

— Lo harás —sentencié y me miró durante unos segundos.

— No sé para qué demonios quieres que entre —bufó—. Pero está bien.

Soltó un suspiro y se liberó de mi agarre, sin rechistar más, entró.

Caminó entre el pasillo del lado derecho y optó por sentarse en unos de los asientos del fondo, intenté no decir nada al respecto, al menos había tocado el suelo de la iglesia.

— Es una cita, boba —articulé mirándole con una sonrisa.

— Entonces; esta es la cita más rara que he tenido en mi vida — confesó en un murmullo.

— Silencio —susurré y besé su mejilla.

Ella alzó las manos y miró hacia el frente. Ni siquiera yo tenía idea del por qué la había traído hasta aquí, pero al menos las dos escucharíamos la misa y de alguna forma esto era gracioso para mí y molesto para ella, comenzábamos a molestarnos mutuamente.

Toda la misa pasó entre reclamos y gruñidos por parte de ella, aunque en un determinado tiempo todo terminó y Lisa salió de allí como si su vida dependiese de ello.

— Kim, tienes prohibido hacer citas para nosotras —indicó caminando con cierta rapidez.

Rodeé los ojos y traté de seguir su paso detrás, caminaba demasiado rápido para mí, mis pequeñas zancadas a comparación de las suyas era una muy grande diferencia.

— ¡Manobal! —grité para que se detuviera y la pudiese alcanzar.

— Esta me las vas a pagar —amenazó mirándome con recelo.

— Me gusta cuando te enojas —vacilé.

Lisa me dio una sonrisa cínica y me rodeó, para abrazarme por detrás pasando su brazo por mi cuello, rozó su mentón por encima de mi cabello.

— Esto es por lo que has hecho.

Y antes que yo pudiera comprender lo que había o al menos hablar, ella mordió mi mejilla.

— ¡No! —chillé y dio una gran carcajada.

— Y ese es el comienzo.

Sonrió lobunamente, metió sus manos a los bolsillos de su pantalón y, de nuevo, comenzó a caminar.

.

.

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Moviéndome incómoda entre mis sabanas, una voz cálida sonó cerca de mi oído, ignorando por completo el acontecimiento me enredé más entre mi sabana. Sin embargo, no bastó menos de un minuto cuando sentí mi cuerpo siendo sacudido por alguien tomando de mis hombros.

— Kim, despierta —dijo en un cantito.

Entreabrí mis ojos con pesadez para ver a una persona sobre mí, quise entrar en pánico hasta que su voz hizo presencia de nuevo, la poca luz que entraba a mi habitación hizo que pudiese verla. El cabello rubio de Lisa desprendía brillo gracias al umbral de la luna, sus ojos se cernían por toda mi cara y una sonrisa se plasmaba en la suya.

Caminos diferentes [Jenlisa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora