Shiori Nakamura, una joven sacerdotisa de 16 años, despierta dentro de un ataúd y en una escuela mágica llena de personajes muy peculiares, que ni en sus mas alocados sueños creyó imaginar.
Sin tener idea de como llegó hasta este lugar llamado "Twis...
"Las hadas son invisibles e inaudibles como los ángeles, pero su magia brilla en la naturaleza".
- Lynn Holanda.
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[Hace 11 años]
Hitoshi abrió la puerta corrediza de su habitación, finalmente habían cerrado el templo para las visitas y todos los encargados y el personal por fin podría descansar luego de un arduo trabajo. Esta era su parte favorita del atardecer ya que finalmente puede pasar más tiempo con la personita más importante de su vida... su hija.
A esta hora usualmente Hitoshi le suele leer cuentos y leyendas o a veces veían películas juntos y a escondidas de los ancianos Onmyōji, de todos modos ellos ni se molestaban en acercarse hasta aquí por lo que este era un sitio pacifico y especial solo para él y su hija.
- Shiori... - Llamó el hombre albino mirando la habitación vacía. - Oh, Princesa, ¿Estás aquí?
En eso, al otro lado de la otra puerta corrediza, una pequeña y suave voz se asomó por la puerta.
- Sniff... Estoy aquí papi. - Respondió la voz infantil y nasal voz de la niña.
Hitoshi, ante esa inusual y triste respuesta infantil, luego se dirigió a la habitación continua de su cuarto.
La habitación de su hija y la suya ahora iban pegadas una al lado de otra, debido al incidente de hace dos años se pensó que si algún día la situación se volviese a repetir entonces la niña debería estar en un lugar mucho más seguro de ese modo ella podría sentirse a salvo y dormir tranquila debido a la gran cantidad de sellos protectores camuflados entre las paredes, tatamis y hasta en la gran mayoría de los muebles y accesorios del cuarto.
Con estos cambios muchos del templo reconocieron que Hitoshi era la misma encarnación de la frase "Estar armado hasta por los dientes" cualquier demonio o espectro que intentase asomarse a ese terreno del templo terminaba directo a las brasas del infierno, prácticamente era el sitio más seguro que Hitoshi pudo construir para proteger a su hija y calmarla lo cual hasta ahora le ha funcionado de maravilla.
Pero volviendo al presente, una vez que Hitoshi sabia donde encontrar a su hija, entonces abrió lentamente la puerta corrediza de aquel cuarto continuo y al mirar en su interior pudo ver a su pequeña princesa rebuscando algo entre sus cajones, y a juzgar por los murmullos que ella hacía, la mitad de su cuerpecito estaba dentro del cajón y el poco desorden que había, parecía que no podía encontrarlo.
- Princesa ¿Sucede algo? - Preguntó el hombre de un tono calmado.
- No puedo encontrarlo... - Respondió tímidamente la niña saliendo del cajón.
- ¿Qué no puedes encontrar? - Él entró a la habitación de su hija.
- Mi cajita musical. - Mencionó Shiori en un tono angustiado. - Yo siempre la colocaba aquí y ahora ya no está...- Y luego agachó su cabeza con una mirada triste y sus ojitos se aguaron como si estuviera a punto de llorar. - ... lo perdí para siempre.
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