Once

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Sentí que algo andaba mal cuando se levantó en el primer intento de sacarla de la cama y no al tercero como de costumbre.

Yuqi continuó actuando extraño en el desayuno, desviaba cualquier tema de conversación y aún caminando hacia el instituto siguió haciéndolo.

La incomodidad para mí no tenía origen pero ahí estaba, de forma contundente. Hacía que me doliera el pecho, tal vez porque era la primera vez que parecía tan... Indiferente a mi. Algo nuevo, y no precisamente bueno.

La alcancé dando pasos largos, tomando su mano para que bajara un poco su velocidad, aún estábamos a buen tiempo.

— Huh... ¿Todo está bien? —decidí preguntar, normalmente me diría que pasa por su cabeza, pero no estaba mal que preguntara.— Se que muchas veces no puedo entender la complejidad de tus sentimientos, pero siempre puedo escuchar. —murmuré de forma intuitiva.

Antes no habría sabido cómo acercarme a una persona y demostrar preocupación, mucho menos habría intentado consolar a alguien. Sin embargo, la convivencia diaria me ha ayudado lo suficiente con aquellas habilidades sociales... Básicas. Cómo aquella vez.

Yuqi empezaba a actuar extraño, más callada y pensativa, los primeros días pensé que era algo pasajero, pero al cabo de una semana y media me estaba perturbando la tranquilidad y distancia que mantenía, ¿Por qué alguien tan enérgico y brillante como el sol se apagaría de esa forma?

¿Estaría comiendo mal? ¿Se habrá enfermado? Tal vez sea porque otra vez tenía bajas notas en matemáticas, o era la tristeza Post-Serie y que los protagonistas no quedarán juntos. Empezaba a darle vueltas y vueltas a ese asunto tan mínimo.

Entonces decidí preguntar, y cuando lo hice no hubo quien pudiera detener su llanto. Fue un tiempo difícil pues su madre había caído enferma, bastante grave y la preocupación la hacía pensar mucho más allá y exageradamente. Su propia ansiedad haciendo de las suyas en su mundo interior.

No sabía que hacer, más que dejarla abrazarme y permitir que llorara, lloró un largo tiempo, y acariciaba su cabeza intentando servir de consuelo. No sabía que hacer o decir, pero fue la primera vez que experimenté lo que era ser un lugar para desahogarse.

La señorita Cho decía que las personas siempre necesitan un pilar, un espacio seguro al cual acudir cuando sienten que su mundo se derrumba a su alrededor; esto puede ser lugar, una persona o hasta un objeto u hobby. Yo no lo había experimentado hasta que tuve mi primer ataque de pánico y YuQi estuvo para mí, así que en ese momento pude estar en el otro lado.

Volviendo al punto, aunque fuese mínimo e insignificante, quería estar para ella. Un sol no puede convertirse en lluvia.

Yuqi se detuvo y me observó por un momento.

— ¿En qué piensas? —pregunté.

— ¿Por qué? —siguió con otra pregunta.— Mis pensamientos no son tan interesantes. —continuó, mantenía una expresión serena.

Y si se vuelve lluvia, me aseguraré de que suceda un arcoiris.

— Está vez sé lo que tratas de hacer. —rodé los ojos.— No puedes usar mis palabras en mi contra, sería un tonto paralelismo. —la empujé levemente con mi hombro, como suele hacer ella cuando está jugando.

No pudo seguir con ese gesto serio, porque rompió en risas.

— ¿Jeon Soyeon jugando? ¿Acaso hoy es viernes de locos? —soltó burbujeante.

Fruncí el ceño.— Pero si hoy es miércoles.

Negó sonriente.— No tiene caso, vamos ahora o nos dejarán afuera. —afianzó el agarre y comenzó a caminar más rápido.

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