스물셋

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Aunque había ido directo a casa de Soyeon gracias a que nos dejaron salir antes, no esperaba llegar al mismo tiempo que ella a su casa.

Tampoco verla tan receptiva a la pandillera ni tan abierta a muestras de afecto.

¿La está... Abrazando?

Nunca ha respondido a un abrazo mío.

Está bien, YuQi. No es para tanto. Solo fue un abrazo.

Con Soyeon todo es para tanto.

En el momento en que la gánster se marchó y Soyeon entró a su casa —por suerte nuestras rutas son contrarias—, pensé seriamente en dar media vuelta e irme a casa, pero ya había hecho el camino hasta aquí y le había prometido venir a traer los apuntes del día, no iba a echarme para atrás así.

Dejé que pasaran unos minutos y luego fui hasta su puerta, respire hondo, quería mentalizarme para poder hablar lo que realmente debíamos hablar. Aunque ya comenzará a arrepentirme.

Toqué la puerta y esperé, sentía que mis manos comenzaban a sudar. Vamos YuQi, solo es una charla completamente amistosa.

La puerta se abrió y una Soyeon despreocupada que tarareaba una melodía familiar me recibió, podría jurar que se había tensado, inmediatamente sentí que nos habíamos quedado sin palabras frente a la otra. También estaba el detalle de mi imprudencia... Dios.

Es la primera vez que me siento incómoda...

—Hey... —fui la primera en hablar, recibiendo un apenas audible "hola, pasa" de su parte.

Una vez adentro, decidí que lo mejor era actuar normal. No somos extrañas, por el amor a Dios.

—Veo que la tía aún no regresa, ¿Sigue en el trabajo? — la observé sutilmente.

—Ah, sí. Seguramente llega en... — miró la hora en su reloj de muñeca. —Una hora y treinta y siete minutos. Aproximadamente.

—Claro. Esto...

—Subamos, estaba por cambiarme. — interrumpió.

Cielos.

—Yuqi.

—¡Yuqi!

—¡Yah, Song Yuqi!

—¡Ay! — miré mal a Shuhua que acababa de darme un golpe en el hombro con su libro de ciencias. —¿Qué demonios te pasa? — cuestioné enojada.

—¡Al fin! Llevaba diez minutos llamandote, imbécil. ¿En qué tanto piensas? — su mirada molesta lanzaba chispas pero yo no me quedaba atrás, luego de unos segundos su mirada se suavizó y soltó un exagerado suspiro. —¿Por qué te atormentas? Todo está ahí. — tocó mi frente.

—No lo entenderías, no es como lo que tu tienes con Soojin. — murmuré con desgano.

—No tengo nada con Soojin. Al menos no aún... Pero ese no es el punto, y lo sabes. Solo suéltalo, ¿Qué sucedió? — permanecí en silencio.

Seguía enojada por el golpe, pero también estaba enojada por mi ineptitud. No había mucho que decir, o algo que realmente quisiera hablar, la verdad es que no me estoy tomando para nada bien la ilusión de Soyeon al hablar. Ni el recuerdo de aquella charla.

—No hay nada que decir, en realidad no quiero hablar de ello. Solo estoy siendo infantil.

Estaba en mi casa, Shuhua no había sido invitada pero por supuesto que vendría para saber qué había sucedido luego de que le llevé los apuntes a Soyeon el día anterior y que haya decidido faltar hoy al instituto. También había traído consigo sus libros para hacer sus deberes aquí, vaya excusa.

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