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Trece

Hoy no fui a clases porque la señorita Cho decidió que era buena idea tener nuestra sesión mensual temprano. La excusa era que faltar un día teniendo tan buen historial —en años anteriores— no haría daño.

Ver su oficina a través de los años era algo memorable, recordaba pequeños fragmentos de nuestras sesiones y los detalles a resaltar pueden ser sosos, pero notables para alguien que se concentraba en la lejanía más que en lo que tenía en frente.

El inicio siempre constaba de un chequeo cognitivo, y luego retomababmos el hilo de mi vida. Era como estar relatando sucesos para un audio libro y luego tocar punto por punto, sin embargo no nos centramos en el final de las vacaciones, en tiempos así, lo más importante era el inicio de clases. Y este lograba posicionarse como uno bastante interesante.

— Entonces, está chica, HyeIn, ¿Qué piensas de ella? —habia terminado de anotar en aquella libreta familiar.

— Creo que es un personaje genérico de estereotipo gánster con un lado amable poco explorado. —solté sin pensarlo demasiado en ese momento. Ya me había adelantado a eso.— Su actitud en el instituto es la de alguien audaz, tal vez un poco agresiva o hasta grosera, pero hablando con ella noté que es bastante ¿Lista? Y tiene conocimientos muy variados. Es... Una fachada.

Parece meditar mis palabras.— Dices que es amable. ¿Lo dices por el suceso de la caída?

Asiento.— Si una persona... es capaz de ayudarte sin pensarlo mucho, entonces no es tan mala como aparenta ser, ¿No? Me recuerda a Corazón. —continué.— Aunque Corazón era un marino infiltrado en la banda de su hermano Doflamingo y fue pura coincidencia que fuese el quien escuchará a Law decir que pertenece a la D. Pero claramente ese no es el punto. —tomé una bocanada de aire.— El punto es que Corazón era amable y un buen ejemplo de alguien bueno y cómo decirlo... Con corazón. Creo que HyeIn es así.

Pero mis conclusiones pueden estar muy apresuradas pues es absurdo creer algo de una persona que conoce de un par de días. La sensación de deja Vu me abrazaba, pero no podía enfocarme ahora en ello.

— Entiendo.

La señorita Cho nunca me ha reñido por mis divagaciones, normalmente sonríe ante estas, nuevamente pensando en que su dulce tono me recuerda a la sensación de comer chocolate con maní.

— Es bueno que hagas una nueva amistad, lo más importante es que sea alguien que no te lastime. —comentó, cambiando su postura. Su pierna izquierda dejando de estar sobre la otra para intercambiar las.— Los amigos se cuidan entre sí.

Tiene razón, los amigos se cuidan entre sí.

— Pero los amigos no tienen citas.

— Bueno, algunos amigos tienen citas cuando tienen sentimientos... Más íntimos. —comenzó a explicar.— Una cita es una intención, por decirlo de alguna forma, la intención es conocer a alguien en otra faceta más allá de la amistosa.

Una intención.

— Creo que entiendo. —murmuré.— Puedo pensar que sus intenciones son ¿buenas? Pero Shuhua desconfía mucho, y Yuqi aún más. —comenté, haciendo alusión a los sucesos de los pocos encuentros.— Se preocupan mucho, ¿Pero por qué YuQi parece tan molesta? No lo comprendo. —la neutralidad de mi voz pasó a tener un deje de angustia, tal vez me afectaba mucho.

Cho Miyeon me observó, esa mirada pertenecía a un adulto analítico y recordaba porqué estaba aquí, soy un paciente. Lo que la hacia diferente es que su sonrisa no parecía ser mentira.

— Creo que debes esperar a que llegue el momento en que se abra a ti sobre ciertas cosas. —habló suave, ese tono animoso que relajaba a todos.