Capítulo 41: Noche de alcohol

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*BERTA:

- Observaba de lejos, todos ya se divertían, habían creado una enorme hoguera y bailaban al ritmo de canciones antiguas; mis amigos, incluida Eloísa, la familia nueva menos el padre, todos bailaban felices. Sin rastro de Valentina que seguirá en su habitación y tal vez con Sofía. Miré de lejos a Úrsula que perreaba con Jesús y con Emilia, eso es muy gracioso de ver, no estaba Octavia, estaba en su balcón, tranquila tomando una copa de vino, la miré de lejos y vi que ella también me observaba de lejos con una sonrisa, cogí mi Walkie y lo sincronicé en privado solo para hablar con Octavia.

Berta: ¿Te estás divirtiendo?. - Vi como ella cogió su Walkie con una sonrisa.

Octavia: Más que tú, créeme.

Berta: Hasta Eloísa te saca ventaja.

Octavia: Ella nunca ha sido madura. - Sonreí, creo que es verdad.

Berta: Si disfrutas de las vistas, no hagas cosas raras.

Octavia: No soy como vosotras. - Bajé mi mirada sonriendo. - ¿Y tú no entras en esa hoguera?

Berta: Mi tiempo de fiesta pasó hace mucho. - Corté el Walkie, miré a mi derecha y vi llegar a mi lado a Mario.

Mario: Hola. - Miré hacia la hoguera.

Berta: Hola, ¿Cómo estás?

Mario: Bien...Gracias a ti. - Sonreí, vi como de lejos Emilia y Úrsula me echaron un vistazo rápido. - ¿Cómo está ella?. - Borré mi sonrisa y sentí el dolor en mi pecho, directamente sin decir nada, le negué con la cabeza. - ¿No está aquí?

Berta: No está directamente.

Mario: Lo siento. - Le miré y asentí nerviosa. - Era hermosa.

Berta: Lo sé. - Una lágrima cayó de forma rápida por mi mejilla, la limpié enseguida.

Mario: Gracias por esta oportunidad.

Berta: De nada Mario, te lo mereces, te debía una. - Él sonrió, caminó hacia la fiesta, pero tras dar varios pasos se detuvo, se giró y me miró.

Mario: Esté donde esté, ella está contigo. - Eso no pude impedirlo y mis lágrimas brotaron, asentí con la cabeza y entré rápido en casa.

- Cerré la puerta y me apoyé en ella, llevé mis manos a mi cara y lloré sin control, la echo de menos, cada día, me dolía no tenerla a mi lado, no ver como se hace mayor, era una maldita rabia interna, que cada dia intento superar, pero no puedo, no puedo hacerlo, no soy tan fuerte, ella no está, no volverá y me mata, me mata su recuerdo, su risa, su llanto, sus ojos, todo de ella, odiaba sentirme tan mal, pero tan mal, hasta tal punto de sentirme vacía, no había nada más puro que su amor y ver al hombre que la salvó de lo que más me asustaba en este mundo me hacia recordarla con más intensidad, su enorme recuerdo entraba por cada parte de mi y yo, yo ya no aguanto más dolor, por eso lloraba, lloraba como una niña pequeña en el suelo...

Berta: Te echo de menos. - Dije rota, aunque ella ya no me escuchara. Para ser honesta nunca la lloré como debía, quise esconderme de mi y refugiarme en algo que no tenía salida, al final todo sale, como el mar cuando se lleva todo y te lo trae de vuelta tras la tormenta, ella era igual, siempre volvía, pero me arrasaba su recuerdo y es algo que no voy a superar nunca.

A 200 Nudos por tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora