Lu
Ya llevo poco más de un mes en casa.
Entre la recuperación, Navidad y Año Nuevo no he regresado a Los Ángeles ni he visto a los chicos en todo este tiempo, y, honestamente, los extraño un montón.
Estar en mi casa ha sido una montaña rusa de sentimientos. De por sí, las fiestas siempre son una época emocionalmente agotadora, pero ahora aumentando los cambios que hubo en mi vida, más la terapia y recuperación de mi brazo ha sido demasiado.
Es por eso por lo que estoy muy emocionada de ya regresar a Los Ángeles. Los doctores me han dado de alta con el compromiso que continúe con los chequeos médicos y ejercicios de fisioterapia allá en Estados Unidos.
Inevitablemente quedaron varias cicatrices en todo mi antebrazo izquierdo, las cuales debo cuidar mucho del sol y demás cosas, ya que aún siguen sensibles y no han sanado por completo. Es extraño ver algo tan notorio y evasivo en mi cuerpo de un momento a otro, y me hace pensar en lo tan rápido en que las cosas pueden suceder.
De todas formas, por más que recién me esté acostumbrando a mis cicatrices, intento no olvidar que es algo pequeño a comparación de lo que pudo pasar en el accidente.
-¿Ya estás haciendo la maleta? – preguntó Robby entrando a mi cuarto.
Continúo doblando camisetas y dejándolas a un lado sobre la cama.
-Sí, debo hacerla con tiempo. La vez pasada se me quedaron muchas cosas. -me reí.
-No puedo creer que ya sea la segunda vez que debo despedirme de ti. – dijo Robby. – Pero esta vez me dejas más tranquila, porque te veo muy feliz de irte. No sé si tomarlo como insulto.
Me reí ante su comentario.
-Obvio tú sabes que si estoy feliz de irme no es por dejarte a ti. Especialmente a ti. -dije honestamente.
-Eres feliz allá, ¿no?
-Extrañamente, sí – respondí. -A pesar del cansancio, estrés y en general la locura que trae la banda consigo. Sí soy feliz.
Robby sonrió enormemente.
-Pues entonces yo también lo estoy, enana.
Continué arreglando mi maleta con la ayuda de Robby emocionada de regresar a mi departamento con tres chicos extraños y gruñones.
Secretamente ansiosa de ver a uno en especial.
Jesse
Navidad en mi casa nunca ha sido realmente una época muy feliz.
Creo que sólo tengo el recuerdo de una Navidad que haya sido alegre.
Esa Navidad, por supuesto, ya no estábamos con mi padre y vivíamos con mis abuelos. Mi abuelo aún vivía y estaba lo suficiente sano como para adornar la casa y conseguir un pino. Kenzie era muy pequeña y de niña siempre fue muy risueña, por lo que fue el centro de atención.
Mamá ya había superado su separación con mi padre, por lo que había decidido cocinar con la abuela todo lo que pudieron comprar para hacer el menú navideño.
Fue una Navidad muy distinta a la que pasamos este año.
Sin niños. Sin el abuelo. La abuela enferma en cama. Y con un sentimiento agridulce.
Como quiera agradezco haber estado junto a mamá y Kenzie en estos momentos difíciles, donde quizás ya no huimos de un abusador o ya no batallamos en conseguir ingredientes para tener una gran cena, pero cuando sabemos que, seguramente, es la última Navidad de una persona que amamos tanto.
Viajamos a Tucson para estar con mi abuela todo el tiempo que le quede a ella, ya que nadie tiene el corazón como para sacarla de su amado hogar. He podido hablar un poco con ella, ya que su consciencia viene y va, pero siempre es sobre lo mismo: mi abuelo. Mi abuelo y su guitarra, y lo bien que me enseñó a mí. Lo que la abuela olvida es que tocar la guitarra no es lo único que él me enseñó.
Desde la pequeña terraza de la parte de atrás de la casa de mis abuelos, donde hay una gran vista al bosque que tienen al lado, me acuerdo de cada una de las conversaciones que tuve ahí con él.
-Ya debes regresar a Los Ángeles, ¿verdad? – pregunta mi madre saliendo a mi encuentro envuelta en una manta para protegerse del frío que hace en la noche en estas épocas del año.
-Así es. Las vacaciones eran hasta justo después de las fiestas. Pero como debíamos esperar a lo que le dijeran los médicos a Lu, se ha demorado más.
-Pobre chica. Debe haber sido un susto horrible – dijo mi madre. – Me apena también que aún no la he podido conocer. ¿Cómo es? – pregunta.
-¿Lu?
Mi madre asiente.
Tomo aire frío mientras pienso en mi respuesta.
-Lu es...demasiado – respondí moviendo ligeramente la cabeza y viendo al fondo hacia el bosque. – Siente demasiado. Tiene una forma de explicar y conectarse con los sentimientos profunda. Puede entender tus emociones incluso antes que tú mismo y hacerlos suyos para expresarlos extremadamente rápido. Pero, a pesar de lo sensible que es, ella es...muy fuerte. Es valiente y fuerte, no se deja vencer por nada. Es muy testaruda también, eso sí.
Al terminar de explicar dejé salir un suspiro y regresé a ver a mi madre, quien me miraba de manera extraña y riéndose ligeramente.
-¿Qué? – pregunté sin entender el causante de su gracia.
-Nada, es solo... me sorprende cómo la describes. Creo que nunca te escuché hablar así de nadie. Y eso que eres muy expresivo. Quizás no en conversaciones, pero sí en tus canciones. Ahí eres un libro abierto – dijo. – No sabía que Lu se había convertido en eso para ti.
¿Eso?
-¿Mi compañera de banda? – pregunté sin entender.
Mi madre se rio un poco.
-Sí hijo, "compañera de banda" – dijo como burlándose del término. – ¡Dios! Tú en cambio como que te demoras un poco en comprender tus sentimientos, ¿no?
-¿A qué te refieres?
Mi madre caminó hacia la puerta para entrar a la casa con aire misterioso. Antes de entrar regresó a verme.
-Piensa un poco en Lu, cariño. Pero quizás no sólo como en tu compañera de banda. Ahí quizás te des cuenta.
Y sin más entró en la casa y me dejó sólo en el frío de la noche.
¿Que piense más en Lu?
Si tan sólo supiera cuánto lo he hecho todo este tiempo.
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Entre acordes y sueños
RomanceUna banda. Tres chicos, una chica. Música. Amor. Sueños Lo que necesita la banda Maze para alcanzar la fama es a una nueva cantante, pero eso es lo último que los chicos quieren. Lu sólo quiere cantar. Pero cuando conoce a los chicos de la banda Maz...