XXXII

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XXXII

Adler

El cubo de agua que me lanzaron me hizo despertar y toser un poco, ¿qué había pasado?
A los segundos miré a mis lados y me quedé quieto cuando mis ojos se detuvieron en la mujer.

En Arlette y lo que le estaban haciendo.

-¡Suéltala, hijo de puta! Resuelve esto como un hombre y suéltame!

Arlette gritaba y lloraba del dolor, me miraba y me pedía ayuda, pero yo estaba peor.

-Adler no! ¡No dejes que me toquen! ¡Adler ayúdame, no dejes que me toquen, Adler!

Oír mi nombre salir de forma desesperada de sus labios me hizo enojarme a niveles inimaginables, intenté soltarme y rompí las esposas, empecé a desatar las cuerdas rápidamente pero cuando me electrocutaron me detuve y el dolor de expandió por mi abdomen.

-¡Adler! ¡Ayúdame amor, no dejes que me toquen, Adler haz algo! Mátalos!

Los gritos desgarraban su garganta y mi pecho.

Quería moverme, quería ayudarla; quería matar a estos hijos de puta, pero me siguieron electrocutando hasta que empecé a vomitar, sentía el cuerpo débil.

-Nooo!

-¡Suéltala, maldito hijo de puta!- Grité.

No podía ver que violaban a Arlette, miré a otro lado y tiraron de mi cabeza hasta que me obligaron a verla.

-Mírala ser violada por tu peor enemigo Adler, disfruta que la van a matar y la están usando.

Eché la cabeza para atrás y logré romperle la nariz al idiota que sin pensarlo mucho jadeó de dolor y siguió electrocutándome, para después tirarme agua y hacer las descargas más fuertes.

Arlette estaba contra el piso mientras un hijo de puta estaba sobre ella, otro le agarraba las piernas y los brazos, evitando que se moviera, ella no dejaba de gritar mi nombre y pedir ayuda.

-¡Juro que te voy a matar, Dante Ortega!- Grité

-Inténtalo, mientras déjame disfrutar de tu puta.- Se burló.

-¡Adler ayúdame, no dejes que...

El golpe que el dieron la calló y ardí en impotencia, no podía estar pasando esto, no podía.

Luché cuando me pusieron un alambre de púas al rededor de las muñecas y tiraron de él hasta que empezó a sangrar y seguí vomitando.

Dante me miraba mientras penetraba a Arlette, se levantó con ella en brazos y sus ojos azules me rogaron ayuda.

-Dime que lo sientes. Dime que sientes haber matado a mi padre Adler.- Siseó el hijo del Coronel Ortega.

-¡Díselo!- Chilló la pelinegra, mientras la golpeaban a latigazos.

Una arcada me invadió y vomité a sus pies, él hizo una mueca de asco y tiró a Arlette sobre el asqueroso líquido, para seguirla violando.

Me habían envenenado, lo descubrí cuando no dejé de vomitar.

-Mira como me la cojo, mírala bien.

Volví a vomitar y traté de alejarme cuando todo le caía a Arlette, pero nos acercaron más, ella sucia y vomitando también del asco, Dante golpeándola con látigos que después fueron a mi cuerpo, abriendo heridas en mi espalda y mi pecho, dejando las mismas marcas en el cuerpo de mi muñeca.

-¡Amor! ¡Haz algo!- Sus gritos me rompían el corazón que creía no tener, verla de esa manera me partía por dentro.

-Que la sueltes hijo de puta!- Grité, temiendo por sus vidas.

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