XVII

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XVII
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Adler

-¿Ya estás borracha?

Arlette se separó ligeramente de mi.

-Lo estoy, creo que por eso te veo atractivo.- Se burló.

Enarqué una ceja en su dirección, había confesado algo fuerte y rápidamente cambió de tema.

-¿Y de quien te enamoraste?- Pregunté con algo de molestia.

Frunció ligeramente los labios antes de hablar.

-No sé si estoy enamorada o no pero mi pecho se emociona cada que t..lo veo.- Se corrigió rápidamente.

Asentí, restándole importancia a sus palabras y sentimientos. Mi mirada estaba fija en una rubia al final.

-Sí, claro. -me separé.- Ya vengo.

Iba a decir algo más pero no lo escuché y la rubia caminó y la seguí, cuando nos metimos a un cuarto, resopló.

-Encontré la carta que dejó tu padre -hizo una mueca- no te va a agradar nada.

-No podría ser tan malo.- Bufé.

-Creo que sí podría serlo.- Murmuró antes de entregarme un sobre.

Se veía viejo y un poco amarillo al igual que la carta, rápidamente la leí y solo pude captar 3 palabras:

Familia...

La foto...

Oficina...

Me apoyé en la pared y Aki me quitó el sobre de las manos y lo volvió a guardar en su bolso.

-¿Sin palabras?

Por primera vez en mi vida me habían dejado sin palabras, me habían dejado la mente en blanco y solo existía una persona:

Arlette.

Me giré y salí corriendo de ahí, encontré a la pelinegra tomando bruscamente una copa y la jalé del brazo, provocando que la copa cayera y los pedazos estallaran en el suelo.

No pudo decirme nada cuando una explosión hizo temblar el suelo y hacer jadear a los invitados.

Y lo que era un elegante baile, terminó siendo la huida de cientos de personas peligrosas y buscadas.

-La EFEI está en el ala sur, señor, el comando es dirigido por Ortega!- Me avisó Dimitri, entregándome un arma.

Arlette sacó su arma y sus guardaespaldas la cubrieron.

-¿No estaba en los calabozos?- Grité, otra explosión.

El polvo caía del techo y todos corrían a la salida, la policía empezó a ingresar y a disparar a todos los que veían, yo mataba a todo el que se me cruzara, viendo a Arlette detrás de mi.

Nos escondimos tras una mesa y me miró, las balas nos pasaban a lado mientras Ortega decía mierda y media.

-Te vas a ir por la izquierda, ahí te estará esperando alguien y te sacará de aquí!- Le gruñí.

-No te voy a dejar aquí, es el jodido infierno.

Disparé varias veces, matando a varios, evitando que se acercaran.

Mi seguridad me estaba cubriendo.

-Adivina qué! Yo soy Lucifer, así que lárgate de una puta vez que no te lo repetiré.- Siseé.

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