VII
Arlette
El cuerpo de Jin cayó inerte al piso cuando Adler le disparó en el pecho.
Los rusos en cuestión de segundos mataron a los japoneses y Zaid me cubrió junto con Connor, al ver que no venía nadie se dieron la vuelta y se subieron a las camionetas, no tardé en hacer lo mismo.
Odiaba que las reglas del ruso eran ir los líderes en una sola camioneta.
-Nos dejaras líos por esa tontería.- Advertí.
-¿Y?
-Eres un idiota.
Su gesto se endureció y apretó la mandíbula antes de tirar de mi cabello y mirarme.
-No me insultes, Arlette.
-Es ls verdad. Aparte eres un debilucho.- Me burlé.
-¿Débil? Te voy a demostrar que puedo ser todo menos débil y gentil, muñeca.
No entendía su estupido apodo.
Pegó su boca a la mía y me resistí, no moví los labios pero su lengua de adentró y caí de nuevo.
Lo tenia besándome mientras me tocaba, nuestras lenguas luchaban por ver quien tendría el poder.
Un jadeo salió de mis labios cuando apretó bruscamente mis tetas.Sabía dos cosas:
1. Era demasiado brusco
2. Para el sexo tenias que ser un poco masoquista y soportarlo-Abrete estás mierdas.- Siseó señalando el escote.
Me dejé nublar por el deseo e hice lo que pidió, se lanzó a ellas, chupandolas, lamiéndolas, mordiéndolas y hasta sentí como hacía uno que otro chupeton.
-¿De quien eres Arlette? ¿A quien le perteneces?
Las palabras me salieron automáticas.
-Tuya.
-¿Ah sí?- Enarcó una ceja rubia.
Asentí y mordí mi labio cuando sus manos se adentraron en mi intimidad, sus dedos resbalaron y los hundió en mi, poniéndome a jadear contra él.
Una mano estaba enroscada en mi cuello y la otra tocándome, yo sólo gemía mientras él me veía, no era suave, era rudo y tosco.
Se sacó la polla del pantalón y rompió mis bragas, alzó mi vestido y pasó el glande por toda mi raja, molestándome y haciendo que me enfadara.
-Ya!
-Eres una desesperada.- Se burló.
-Claro que no, yo usaría ansiosa.
Dio dos palmadas a mis tetas, dejando su mano marcada y cayó sentado, señaló sus piernas y miré su erección repostar en su abdomen, lista para usarse.
Me quite el vestido y me ceñí sobre él, me guió y me dejé caer lentamente, era grande y grueso, tenía que estar bien lubricada.
-Oh..mierda..
Escondí el rostro en su cuello y alzó las caderas.
-Muévete, puta.- Ordenó con voz ronca.
Mordí mi labio y empecé a moverme de arriba a abajo.
-Solo con centones te callas.- Se burló.
Sus manos amasaban mis nalgas y su dedo fue a dar con mi ano, jugando con la entrada y lamiendo su dedo hasta que entró en mi.
-Cállate...- Murmuré.
Su dedos acariciaron mi manojo de nervios y eso hizo que llegara más rápido al orgasmo, poniéndome a gemir su nombre y empapándolo con mis fluidos.
-Adler...sí...así!
-¿Eres una perra? -asentí cuando me dio una bofetada.- Mira que buena cachorrita eres, Arlette.
Su boca volvió a besarme solo como él sabía, uno, dos, tres orgasmos más me tomaron en distintos momentos y cuando él llegó al suyo soltó un jadeo ronco y sexy.
-Eres increíble, muñeca.
Me quedé quieta, sintiendo como su semen se derramaba sobre mi y después, se deslizaba por mis piernas.
Tragué saliva. Ambos estábamos sudados, con la respiración agitada.
Me levanté con cuidado y me dejé caer a su lado, las piernas me temblaban y su mano atrapó mi mandíbula.
-Tengo que quedarme 2 semanas en Italia para manejar mi producto, me quedaré en el edificio Star, último piso.
Su dedo pellizco mi pezón y lo enrolló en sus dedos, después se arregló la ropa y se puso a hacer llamadas, como si no tuviera a una chica a su lado que no podía pararse por las malditas piernas temblando.
Al llegar se bajó y cuando vio que no me bajé me metió rápidamente en el vestido y me cargó como costal de papa.
-Bájame, idiota!- Chillé y pateé su pecho, no se inmutó.
Mis escoltas iban viéndome pero les hice una seña de que lo dejaran.
-No.
Su mano iba sobre mi trasero y con mis puños le pegué en la espalda varias veces, no se inmutó.
-Eres un animal.- Resoplé.
-Ajá.
Al subir al Jet literalmente me lanzó a uno de los asientos y me acomodé el cabello, Zaid me tiró una mirada de reproche y Connor me miró preocupado, cuando a veces se emborrachaba siempre iba a mi habitación y lo cuidaba, éramos muy cercanos.
Creo éramos demasiado cercanos para una relación laboral pero no me importaba mucho.
La pierna de Adler chocaba con la mía ligeramente y yo me encargué de frotar mi pantorrilla por su pierna cubierta por un elegante pantalón negro.
-Puedes quedarte en mi casa, ahí tendrás la seguridad suficiente y podemos hacer otro trato.- Propuse sin mucho interés.
-Lo pensaré.
Me puse los audífonos y puse una canción de Taylor Swift, era mi cantante favorita, le rezaba a esa mujer.
Cuando llegamos a Italia me llevaron a mi casa y se bajó conmigo, no lo llevaría a la casa familiar, no, lo llevaría a mi penthouse.
-Puedes quedarte en una de estas..- Bajé el tono de mi voz cuando sentí su respiración en mi nuca.
-Sigue diciéndome, muñeca. No te detengas.- Su aliento chocaba con mi cabello, empujando levemente algunos cabellos.
-Tienen su baño propio y le puedo dar una a tus escoltas..
-No. Ellos se quedan en la entrada.
Asentí tragando saliva, me intimidaba un poquito.
-Eso es todo.- Dije antes de darme la vuelta.
Nuestros rostros quedaron a centímetros, miré sus ojos y me quedé en ellos, eran un azul eléctrico, uno que conocía, los pequeños destellos verdes en ellos me hacían querer verlos siempre. El brillo opaco y la mirada cansada lo terminaban de dar el toque.
Sus labios rosas y gruesos, húmedos y listos para besar.
Inconscientemente lamí los míos.
-Me voy a dormir.- Susurré.
Asintió.
-No me interesa lo que hagas.- Murmuró antes de encerrarse en la habitación y rozar mi trasero con sus dedos.

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Prohibido
AcciónDuología Mafia Libro 2 "Fumar es indispensable si uno no tiene nada que besar" -Sigmund Freud •Obra original •Di NO al plagio