III

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III

Resolvería el misterio pero primero tenía que ir al baño. Después de hacer mis necesidades y ponerme el pijama llamé a Connor, él era como un amigo, solo me llevas algunos años y me entendía mejor con él.

Cuando el rubio entró a mi habitación sonreí.

-Consigue información de Adler.- Pedí.

-Cómo estás Connor, bien, gracias, y tú.- Espetó con sarcasmo.

-Apúrate.

Él suspiró y sacó su tablet, en minutos consiguió la información y la leyó:

-Adler Zhukov, 22 años, mide 2 metros exactos, su tipo de sangre es A+, su madre viene de una familia de narcotraficantes y su padre de la mafia rusa.

-Vaya...

-¿Por qué querías eso?

Negué.

-Nada específico. Hoy logré hacer que pasemos los cargamentos a Rusia - Dije orgullosa.

-Pero...

-Pero tenemos que dejarles vender en nuestro limite.

-Mmm..

-Sé que no fue lo mejor.

Él lo dudó un momento.

-Era algo necesario.

Después de leerme algunas cosas más sobre él y su familia se fue, dejándome sola y en silencio.

Me levanté y tomé la carta de nuevo para rápidamente dirigirme al retrato de abajo, encendí la luz dejando a la vista el lujo y moderno de la mansión y miré el retrato.

¿Tal vez la señal era buscar en el piano y ya lo había hecho?

La pintura constaba de mi padre sentado con los dedos en las teclas, mamá estaba desnuda detrás de él, en su espalda, no se veía nada pero notabas que estaba desnuda claramente. Apoyaba su mejilla en la espalda de mi padre y miraba al vacío.

¿Qué podía tener esa pintura?

La analicé durante un largooo tiempo, eran casi las 3 de la mañana cuando mamá venía bajando y me vio, traía el pijama.

-¿Qué haces despierta, Arlette?

-Estoy viendo el retrato. Es hermoso.- Confesé.

Ella se sentó a mi lado y lo miró.

-Tu padre era una persona maravillosa, recuerdo que yo no quería hacer este retrato, me daba pena y él me hizo enfrentarme a mis miedos, éramos felices hasta que pasó, un día lo perdí y me jodieron la vida.

Hablaba sin mirarme, sus ojos tenían un brillo diferente.

-¿Lo querías?

Soltó un bufido, como si le hubiera preguntado una estupidez.

-Lo adoraba, era mi todo.

Suspiró y se levantó para acariciarlo, sus dedos recorrían todo con una lentitud y yo iba siguiendo su dedo hasta que...

-Mamá! Ven rápido!

El grito de Dexter hizo que mamá se despistara y me dijera que iría a ver que necesitaba.

Al ver que desaparecía me lancé al retrato y vi en el borde un pequeño punto negro, tiré de él y poco a poco salió un hilo negro con un papel.

Wtf

Mi papá estaba loco. Eh

Rápidamente lo abrí e hice una mueca, tenía un apellido y era: Zhukov

¿Qué relación había como para siempre dar con los malditos rusos?

No sabía pero todo lo fui guardando en una pequeña caja la cual tenía muy guardada, lo cual sirvió en el futuro.

Cuando salí de mi habitación lo hice como si nada, me topé con Dexter y fruncí el ceño al verlo demasiado arreglado.

-¿Saldrás?- No pude evitar preguntar.

-Sí.

-¿Adonde?

-Saldré con mamá, me dijo que iremos a un lugar.- Dijo sin mucho intéres.

-Mmm.

Después se fue con mi mamá y miré la hora, el ruso idiota ya debería estar viniendo.

-Zaid, prepara la bodega de los rusos junto con los demás, yo me iré con él -lo miré seria.- Sola.

No me dijo nada más y me dispuse a irme, me subí a la camioneta que me llevaría a nuestra bodega y arrancó. Una hora después estábamos llegando a las bodegas que se irían a Rusia, me bajé y miré a todo el personal, corrían de un lado a otro con los paquetes y cajas.

-Shttt, ahí no va eso. -sentencié, mirando a un chico llevarse una caja por detrás.- Nombre.- Pedí al alcanzarlo.

-Juan, señorita Morningstar, le pido una disculpa.

Me quedé callada.

-Llévenselo por si las dudas.- Ordené.

Hice oídos sordos a sus gritos y esperé a que el ruso se bajara de la camioneta negra, cuando lo hizo aseguró los camiones y dio la señal para que se fueran antes de mirarme.

Odiaba que fuera más alto que yo aunque fuera muy poco. Mi altura siempre me destacaba y él me opacaba en eso.

-¿Nos vamos, muñeca?- Se burló.

-Nos vamos, troglodita.- Me burlé.

Solamente pasé por su lado y me subí a su camioneta de tal manera que mi ropa interior se viera bajo mi vestido negro, quería que estuviera incómodo. Se subió a mi lado y se acomodó la entrepierna con descaro, no le importó tenerme a un lado, ni que sus escoltas nos vieran y mucho menos si le decían algo.

-Eres un descarado.

-Y tú una provocadora.

-¿Me dices provocadora por llevar vestido?

-¿Me dices descarado por acomodarme el pantalón?

-Te acomodaste la polla c..

-¿Ahora no me puedo rascar los huevos por una malcriada que cree que el mundo gira alrededor de ella? No te creas tan especial.

Sentí mi cuello ponerse rojo por la molestia que me había causado, pero sí tenía una erección, a leguas se notaba, y yo, yo estaba húmeda a más no poder, pero esto era un juego y ninguno se podía declarar ganador hasta acabarnos entre nosotros, y empezamos de la mejor manera, con un trato...y tal vez..un polvo, solamente tal vez.

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