VIII
Pasó 1 semana donde vi pocas veces a Adler, trataba de evitarlo porque sabía que si me seducía caería rendida a sus brazos, y no por amor, sino por el sexo.
Dios, era maravilloso follar con él.
Miré mis uñas rojas, no eran muy largas, me envolví en la toalla y salí de la regadera para verme en el espejo, mi cabello caía a los lados de mi cara y se pegaba en mis hombros, quité el vapor con la mano y lo vi.
Adler estaba pegado en el umbral de la puerta con la mirada en mi cuerpo, iba hablando por teléfono pero solo respondía con monosílabos.
Con su dedo índice me indicó que me acercara y negué, era un depravado, un pervertido.
Volvió a repetir la acción y esta vez su gesto se endureció, relamí mis labios y dejé caer la toalla, su mirada se dirigió a mi culo y alzó ligeramente la comisura de su labio.
-No, te estoy escuchando.- Respondió.
Su voz estaba cargada de deseo puro.
Se sentó en el banco que había dentro del baño y por fin lo miré, llevaba unos tejanos y una camiseta negra.
-Ponte a chupar, ahora.- Ordenó, señalando su entrepierna.
Su descaro me iba a sacar canas.
Caminé hasta él y pasé las manos por su pecho cubierto por la camisa. Me estiré y lo besé, no tardo en meter su lengua en mi boca y jugar con ella.
Me alejé unos minutos después y sin decir nada me arrodillé y con rapidez saqué la erección de su bóxer, pasé la mano por el falo y apretó la mandíbula antes de responder algo por la llamada.
Lamí la punta y mi otra mano jugó con sus testículos.
Empecé lamiendo todo la longitud y lo metí hasta donde mi boca dio, lo demás mi mano lo acaricio.
Su mano atrapó mi cabello y empezó a guiarme al ritmo que quería hasta que lo hice, su respiración era pesada y alejaba el teléfono cada que soltaba una maldición o un jadeo.
Mi coño chorreaba.
Necesitaba atención.
Quería rogarle por qué me follara.Él viéndome desde arriba con una sonrisa perversa me hacía querer rogarle por un orgasmo, pero nunca fui buena sumisa, solo cuando quería.
Empujó mi cabeza y una arcada me vino cuando mi nariz chocó con la base, colgó y lanzó el teléfono antes de agarrarme con la dos manos y hundirme.
Los ojos me ardían y lágrimas caían de ellos, la garganta me ardía pero seguí chupando a pesar de provocarme varias veces.
Jadeé cuando me soltó y lamí el falo, escupí en él y volvió a empujarme, la saliva se me acumuló tanto que empezó a gotear de mis labios, a este punto yo lloraba.
-Eso Arlette, tu maldita boca se siente como el paraíso.- Siseó con la voz ronca.
Se corrió dentro de mi boca y me soltó a los minutos, jadeé y me cargó como si ni fuera más que un trapo, caminó a mi cama y me tiró en ella.
Sus dedos me tocaron y soltó una risa burlona.
-Estás empapada.- Se burló.
-Idiota!
-Ajá..
Se alejó y tragué saliva cuando lo vi venir con un maldito vibrador Hitachi.
-No me harás eso.- Sentencié.
Me alejé y me tomó del pie para arrastrarme y ponerme unas esposas, lo pateé pero no se inmutó.
-Suéltame maldito imbécil!- Chillé.
-¿Sabes? Siempre he dicho que eres una escandalosa.
-No!
Me ató al cabezal y después mis piernas con su cinturón.
-Suéltame, Adler! A mi no me vas a estar amarrando como una puta!
-No lo eres, solamente me vas a dar un show.- Fue lo último que dijo antes de poner el vibrador entre mis piernas.
Adler
Arlette era hermosa, eso no podía debatirlo. Pero en esa cama, atada y jadeante era como una diosa.
El vibrador estaba de manera que no podía quitárselo aunque se retorciera del placer como lo hacía.
Sus quejas se hicieron jadeos.
Sus jadeos gemidos.
Y sus gemidos, suplicas.-Por favor...ahhh...
Sus ojos lagrimeaban y la veía sin ningún gesto en el rostro.
Iba por el tercer orgasmo.
Su cuerpo se veía dorado por la capa de sudor, su cabello era un desastre, de sus lindos labios solo salían súplicas y gemidos.
Su sexo estaba rojo e hinchado.
Se retorcía y lloraba porque la soltara.
Su boca decía que no, pero su cuerpo decía otra cosa.
-ADLER!- Gritó antes de explotar en otro orgasmo.
Su pecho subía y bajaba rápidamente, cada orgasmo la dejaba peor y más débil, por lo que se corría más rápido.
Me levanté y la giré, su cara quedó contra el colchón y puse su culo en pompa, al tener los tobillos atados no podía abrir las piernas.
-Adler...ayúdame...ahhh...por favor...idiota..
Separé ligeramente sus muslos y todos sus fluidos se cortaron cuando hice tal acción, pasé la corona de mi polla por su raja y la penetré.
Un grito de placer llenó el ambiente.
Empecé a moverme bruscamente, yo no era lento ni suave, yo no hacia el amor, yo me la cogía como una puta.
-Eres jodidamente caliente, muñeca.
Gimoteaba y chillaba, explotó en otro orgasmo y su cuerpo cayó respondido pero el placer la alcanzaba rápidamente.
-¿Te gusta duro eh?- Le pregunté y solté un par de nalgadas en las que solo lloró como La Niña que era.
Después de unos minutos me corrí en su interior y le quité el vibrador, estaba exhausta y lo sabía.
Mi alrededor se movía un poco.
No debí haber ido después de tomarme la botella de whisky.
Rápidamente quité todos los amarres de su cuerpo y cayó con la respiración agitada, me acosté a su lado y miré el techo.
-Eres un idiota!- Lloriqueó antes de darme una bofetada.
Agarré su mano antes de que me diera otra y me subí sobre ella.
-No vuelvas a tocarme o te reviento el culo, ¿oíste?- Siseé.
Tragó saliva y sus ojos rojos -por las lágrimas- me miraron, se veía cansada.
Apagué la luz y me dio la espalda, yo puse un brazo sobre mis ojos y a los minutos la escuché soltar unos sollozos, después sorbó su nariz y su respiración se relajó. Se había dormido y yo hice lo mismo.
Me dormí con el pensamiento de follármela de nuevo, es decir, no todos los días tendrías al legado de Iván Morningstar a tu lado.
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БоевикDuología Mafia Libro 2 "Fumar es indispensable si uno no tiene nada que besar" -Sigmund Freud •Obra original •Di NO al plagio