𝙵𝚛𝚎𝚎𝚍𝚘𝚖 | Hopemin |

Epílogo

En las últimas semanas la responsabilidad había aumentado de manera considerable.

Nos habían llegado pedidos de la ciudad, que solicitaban cantidades un poco elevadas de nuestros productos. Y eso significó trabajar el doble para poder cumplir con la cuota en el tiempo establecido.

Pero al menos fuimos bien recompensados con una buena paga.

Ese dinero fue bien recibido y tan pronto llegó, hice el pago de todo lo que tenía en mente.

Y ahora que todo estaba terminado, me permití descansar hasta tarde ese día, estiré mi mano palpando el lado izquierdo de mi cama, encontrándolo vacío.

Fruncí el ceño y abrí los ojos apenas para confirmar que estaba vacío. Suspiré y me cubrí la visión con mi antebrazo.

Antes de gritar: —¡HoSeok!—

Le había dicho el día anterior que teníamos el día libre porque los demás se encargarían de la granja, pero como siempre desde los últimos cuatro meses, se levantó casi para cantar junto al primer gallo que sonaba de madrugada.

—Jodido HoSeok.— susurré, mientras me sentaba en el borde la cama.

Escuché sus pisadas sobre la madera de las escaleras, en pasos apresurados, hasta que abrió la puerta de nuestra habitación.

Se quedó en el marco de la puerta, sonriendo en grande como un intento de salvar su pellejo.

Estaba duchado, peinado y muy bien vestido. Cerró la puerta tras suyo y rodeó la cama, hasta llegar frente mío.

Acercó su rostro al mío y continuó sonriendo, mientras tomaba mi barbilla levantando mi rostro para luego besarme lento y cariñoso.

Me empujó suavemente hasta dejarme acostado y con una sola mano, tomó mi cintura para moverme más al centro de la cama. Apenas y era consciente de lo demás que hacía, porque siempre iba a estar extasiado y en las nubes con las caricias que dan sus labios.

Su cuerpo se cernió sobre mí, dejándome encerrado contra la cama.

Me había acostumbrado a recibir muchos besos de parte de HoSeok, pero no me había acostumbrado a las sensaciones que le daba a mi cuerpo. Porque siempre se sentía diferente.

La mano que tenía libre, se paseó por todo mi torso desnudo hasta llegar a mi rostro y hasta ese momento se separó de repartir besos.

—Buenos días.— fueron las primeras palabras que pronunció.

Y todo mi enojo se disipó en cuestión de segundos. Correspondiendo a su saludo.

Continuó mirando, mientras me acariciaba el cabello.

—¿Qué te parece si te duchas y aprovechamos el día? Hoy la casa es solo para nosotros.— levantó las cejas con perversión.

Lo empujé de sus hombros, dejándolo acostado sobre la cama y coloqué mis piernas a los lados de su cadera.

Me acerqué a sus labios —¿Para qué me bañaría antes?— y no lo dejé responder, para comenzar a besarlo.

Con toda mi familia en la casa era incluso difícil, pensar en algo íntimo con HoSeok. No me quejo, pero estamos necesitando un poco de privacidad.

Quizá en un futuro podamos construir nuestra propia casa en la granja. Porque en los últimos meses nos encontrábamos al lado del lago, pero ahorita no podemos hacer eso porque moriríamos de hipotermia.

Me gustaría disfrutar de estos días junto al él, y no soltarlo jamás.

No fue mucho lo que estuve sobre él, cuando de nuevo tuve la espalda sobre las sábanas.