𝙵𝚛𝚎𝚎𝚍𝚘𝚖 | Hopemin |

Capítulo 1

Como supuso no había gran diferencia entre lo que hacía antes en la granja y lo que hace ahora.

Lo único que cambió fue que ahora todos llegaban a dar reportes de lo que pasaba durante el día. Así había pasado su semana de ser el dueño del lugar.

Aunque no quería cantar victoria, porque sabía que la temporada de verano siempre era tranquila. Un clima agradable en el que los animales casi no enfermaban.

También rezaba para que durante el invierno no se le juntaran todos los problemas. Porque en años anteriores a sido tan triste tener que sacrificar animales cuando enferman y ya no hay manera de salvarlos.

Pero su padre siempre le dijo que la vida de granja se trataba de no apegarse a los animales, porque siempre iban y venían nuevos.

Era un ciclo y lo había aprendido, pero era imposible no encariñarse con una vaca que siempre llega a darte los 'buenos días' a la cerca al lado del camino.

Acarició la cabeza del animal, rascó en medio de los pequeños cuernos de la vaca, sabiendo cuanto aman eso.

Sonrió ante ello.

Continuó caminando dejando atrás a la vaca. Con Ónix a su lado y solo sosteniendo las riendas, aunque casi no era necesario, el caballo lo seguía a donde sea.

Suspiró mirando al cielo, completamente despejado y azul.

A esa hora no tenía mucho que hacer, pasaba de las nueve de la mañana.

Se había levantado a las cinco de la mañana y se había encargado de alimentar a los caballos, además de recoger los huevos de gallina con ayuda de sus trabajadores.

También de ordeñar a las vacas. Evitando que se enfermaran, debían ser ordeñadas dos veces al día.

Eran una completa rutina, siempre esperaban por fuera del establo a las seis de la mañana para ser ordeñadas y del mismo modo lo hacían por las tardes luego de pastar.

Su rutina se trataba de cuidar de todos los animales y le gusta esta vida. A pesar de que nació en un país en donde se suponía que debía ser un joven en algún edificio alto.

Ahora no podía imaginarse en la ciudad, sin Ónix a su lado o, puede sonar divertido, pero extrañaría el olor del estiércol fresco.

Había ciertas horas en las que se perdía en medio de los bosques y grandes pastizales, hasta llegar al río que pasaba en aquel gran campo.

Montó a Ónix y lo hizo correr, sintiendo el viento pegar en sus cuerpos. Moviendo los cabellos azabaches de su caballo y los suyos.

Siempre pensó que ambos incluso se parecían en su físico. Sonrió por ello.

Soltó las riendas y se acostó sobre el caballo.

Pasó los brazos por detrás de su cabeza. Continuó mirando el cielo con un poco de dificultad debido al sol.

Solo escuchando los galopes de su caballo, el viento rosando sus orejas y los árboles moviendo sus ramas y hojas.

Paz, pura paz. Si, definitivamente JiMin nunca cambiaría esto.

Aunque debió prestar atención a que antes iba por el pastizal y ahí no habían arboles. Pero en algún instante pasó el bosque.

No había más caballos en aquel campo, entonces ¿Por qué su agudo oído, percibió el sonido de otros galopes?

Se levantó rápidamente y miró alrededor, encontrando un caballo marrón. Brillante como el chocolate derretido.

Su jinete compartiendo el mismo color de cabello que el pelaje del animal que montaba.