Prólogo

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Miró de fondo como el sol se escondía entre los campos de maíz, de Illinois.

Guiando su caballo hasta la entrada del establo, se bajó con agilidad y costumbre, en cuanto estuvo dentro.

—Hoy estuviste excelente, Ónix.— habló el pelinegro, a su caballo negro que anteriormente montaba.

Regalándole algunas caricias, mientras soltaba las correas de la brida y la montura.

Cerrando la puerta de la cabina del caballo, se despidió —Descansa, mañana será un nuevo día de trabajo, necesitamos llevar el ganado a un nuevo terreno.—

Su costumbre de hablar con el caballo como si se tratara de un humano, siempre le había traído problemas al chico. Muchos pensaron que estaba loco.

Pero era algo que no podía evitar. Se pasaba más horas con el animal, que con sus padres.

La conexión entre ambos se hizo grande desde que fue un niño.

Fue por el camino en medio de los corrales, donde normalmente doman a los caballos o les enseñan trucos, para los torneos de verano e invierno.

Llegó al porche de la casa. Soltando los cordones, dejó sus botas en la entrada y camino dentro de la casa con sus calcetines, evitando reprimendas de su madre.

Pasó dentro de aquella casa de madera que tantas veces lo había recibido en los últimos años de vida.

Tomó lo necesario para ducharse y se encaminó al baño.

Se desvistió y abrió la llave de agua caliente. Sintiendo como todo el cansancio se disipaba, después de un cansado día cuidando de todo lo que había en una granja de cientos de hectáreas de terreno.

A pesar de que tenían muchos trabajadores, además de los demás familiares, no confiaba en lo que no habían visto sus ojos.

Así que siempre terminó entrometiéndose en todo.

No por nada había sido escogido como el siguiente propietario de todos esos terrenos en la parte del campo de Illinois.

Luego de vestirse con un pijama, fue a su habitación dirigiéndose al espejo, para colocarse algo de crema en su piel blanca maltratada por el sol veraniego.

—Debes prepararte para la reunión de esta noche.— su madre entro a la pequeña alcoba, vistiendo ropa un poco más elegante que la que comúnmente vestía en el día a día —Esta noche finalmente, vas a hablar con los demás dueños de terrenos, por supuesto como ya sabes, ninguno será mejor que nosotros, ni siquiera los Jung.—

Quiso rodar los ojos, pero se contuvo por su propio bien. En cambio, asintió.

Recibiendo una sonrisa satisfecha de su madre.

—Te ves hermoso, JiMin... Solo debes quitarte el pijama.— la mujer rió un poco por ello.

—Tú también te ves hermosa, Marie Shelby.— respondió, también sonriendo.

—Sacaste la belleza a mí.— bromeó.

—Como si eso fuera posible.— el chico habló sincero.

—Te dije que me gusta creer que estuviste nueve meses en mi vientre, no importa si llegaste a los diez aquí.— se acercó y besó la frente del pelinegro.

—De acuerdo, entonces esta belleza se debe al agua que bebemos.— JiMin bromeó de vuelta, como había hecho su madre anteriormente.

—Bien, bien, graciosillo, mejor vístete, solo te queda una hora y sé que eres lento.— el tono de reprimenda no pudo ser ocultado.

𝙵𝚛𝚎𝚎𝚍𝚘𝚖 | Hopemin |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora