Capítulo 10

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Se adentró al bosque. Continuando de su lado del terreno.

Ahí siempre se reunían, y a pesar de toda la tranquilidad que sentía junto a su amigo; el temor de que su padre los encontrara era enorme.

Pero continuó apareciendo en el lugar, viéndose con HoSeok en cuanto el sol comenzaba a bajar. O Incluso algunas mañanas.

Había llegado un poco tarde debido al problema de las plagas. Habían fumigado el campo de manera masiva y debían alejar a los animales de los pastizales aledaños.

Y mover de un lado a otro, 200 cabezas de ganado, no es nada fácil.

Pero no había ningún problema en ello, lo que lo extrañó fue encontrar el bosque solo. Normalmente se encontraban en la orilla del río.

Más HoSeok no se encontraba ahí.

Esperó como siempre hacían. No había una hora específica para verse.

Y el día que se veían, decidían si al siguiente se encontrarían allí.

Intentaban dejar un día o dos, de por medio para evitar las miradas curiosas. Aunque era casi inútil, todos sabían que algo pasaba.

JiMin siempre había desaparecido por las tardes, para correr por lo pastizales junto a Ónix, pero antes no regresaba con una sonrisa tan enorme. Eso levantaba las suficientes sospechas.

Unas manos cubrieron su rostro, entonces sonrió.

—HoSeok.— lo llamó.

Aquellas manos se alejaron de su rostro y pudo ver nuevamente el bosque verde y aún soleado.

El castaño soltó una risita y se colocó a su lado quedándose de pie, viendo a JiMin desde arriba.

—Siento llegar tarde, ha dado a luz una de las yeguas y parecía que se complicaría.— explicó Jung.

—No te preocupes, también llegué tarde... ¿Se encuentran bien la madre y la cría?— preguntó, mientras lo miraba y daba vueltas entre sus dedos, a aquel dije que reposaba en el bolsillo de su pantalón.

El chico asintió a la pregunta.

—Igual para compensarte he traído algo que quizás te guste.— caminó hasta los bolsillos que tenía adaptados la silla de Yules.

Sacó una caja de madera, tamaño medio y regresó a JiMin.

Tomó asiento y tendió el objeto a JiMin —Ábrelo.— pidió con una sonrisa.

El pelinegro hizo lo que le pidió y quitó la tapa fácilmente.

Viendo dentro algo que hizo a su corazón saltar en nostalgia. Sonrió y sus ojos se llenaron de lágrimas.

Pero estas no cayeron. Al contrario, continuó sonriendo, por el recuerdo.

—¿Estás bien? ¿Fue mala idea? Pensé que querías recordar algo de nuestro país...— susurró HoSeok con pesar, maldiciendo el no pensar bien las cosas.

Pero sus pensamientos se detuvieron cuando JiMin posó una mano sobre la suya y negó con la cabeza, sin dejar la sonrisa resplandeciente y nostálgica.

—No es eso, HoSeok... Al contrario, muchas gracias, esto, de verdad es un gran detalle de tu parte.— tomó entre sus dedos la fruta seca que había dentro —Los caquis secos, eran la fruta favorita de mi madre, cada vez que podía, los tomaba de un árbol que se encontraba en el patio de nuestra casa en Corea.— le explicó.

Dió un mordisco sintiendo el jugoso sabor, dulce y cálido. Como su madre biológica era.

Con toda la suavidad que encontró, HoSeok se atrevió a conocer a JiMin un poco más, cuando preguntó —¿Puedo saber qué pasó con ellos?—

𝙵𝚛𝚎𝚎𝚍𝚘𝚖 | Hopemin |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora