Capítulo 32

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Los siguientes días a ese, no fueron los mejores.

Durante los pasados meses que estuvo compartiendo en el bosque con HoSeok; lo miró feliz, brillante, somnoliento, cansado y algunas veces pensativo o nervioso. Pero nunca lo miró deprimido.

Y era algo que a JiMin le estaba costando digerir. Mucho más cuando ya no sabía qué hacer para mejorar su estado de ánimo.

Lo dejó descansar los primeros días, pero sabía que estar en cama o mirando por la ventana no era la mejor manera de superar algo. Y es que se trataba de eso, superar, porque había poco por hacer para cambiar su situación.

Necesitaba dejar que el tiempo pasara. Solo el tiempo iba a decir si habría algún cambio en el padre del chico mayor. Aunque HoSeok parecía reacio a volver siquiera para mirar a su hermana y madre.

Esa mañana cuando JiMin se despertó y encontró el rostro adormilado de HoSeok, se mantuvo contemplándolo. Habían estado durmiendo juntos, dejarlo solo no era buena idea.

Todas las noches podía mirarlo soltando lágrimas, y sollozos silenciosos. Más no decía nada, no quería hablar de ello. Y respeto eso.

Pero esa mañana, el menor había despertado mucho más temprano. No se movió para evitar despertar a HoSeok.

Su mente siguió trabajando, necesitaba soluciones. Había pasado una semana y no iba a permitir que HoSeok siguiera sufriendo.

Miró el cabello castaño del chico mayor, se concentró en esas finas hebras y viajó al pasado, pensando en el bosque.

Castaño. Marrón.

Recordó como siempre anhelaba encontrarse con el mayor, y que cada vez que cerraba los ojos había una sola imagen que venía a su mente.

Fue así, como saltó en la cama sentándose de pronto, y eso casi hizo matar del susto a HoSeok.

—¡Eso es!— exclamó como un loco, con su cabello apuntando en todas direcciones.

El mayor lo miró desde su lugar, aun acostado y con una mano en el pecho —¿Qué dices?— su ceño fruncido y apenas abriendo los ojos, por los rayos de sol que entraban por la ventana.

El pelinegro devolvió su mirada a él, sonrió y negó. Se acercó y le dejó un beso en sus rosados labios, importándole poco su aliento. Olvidándolo realmente.

Se sentó en el borde de la cama y se levantó, pasando al lado de la casita de Cooky, reviso que tuviera agua y alimento.

HoSeok lo miraba más confundido aún. El menor fue hasta el closet y tomó lo primero que encontró, para ponerse después de la ducha.

Fue directo a la puerta de la habitación y cuando iba a abrirla, HoSeok lo detuvo con sus palabras —¿Estás consciente que vives con tres mujeres y estás solo en ropa interior blanca, casi transparente?—

Se congeló y miró para abajo. Viendo sus partes privadas apenas cubiertas.

Sus mejillas se sonrojaron y pegó la frente contra la puerta, haciendo un sonido seco. Pero toda la vergüenza se fue, cuando escuchó esa hermosa carcajada que dejó sonar el castaño.

Se giró, con sus ojos abiertos a más no poder y contempló los bonitos dientes blancos del mayor.

HoSeok se levantó de la cama, y se acercó a paso lento hasta JiMin.

Sonrió suave y acarició los cabellos desordenados del menor —No sé por qué vas todo apurado, pero gracias por hacerme reír, JiMinie.— besó su frente.

Se iba a alejar, pero JiMin se pegó a él como si fuera un koala y en un saltito lo abrazó con los brazos y piernas.

Y esta vez, fue su turno de soltar lágrimas. Porque estaba tan asustado de no poder recuperar a HoSeok.

𝙵𝚛𝚎𝚎𝚍𝚘𝚖 | Hopemin |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora