𝙵𝚛𝚎𝚎𝚍𝚘𝚖 | Hopemin |

Capítulo 16

—Deja de esforzarte de más, solo han pasado dos semanas y ya estás intentando montar a tu caballo.— se quejó su madre.

Se encontraban en la cocina, teniendo un debate.

Bufó y rodó los ojos —No estoy intentando montar a mi caballo, solo quiero salir a caminar al bosque... ¿Por qué no me dejas? Te juro que llevaré el bastón si tanto te preocupa.—

—JiMin, solo quédate un poco más, no debes esforzarte.— pidió su padre, con tono serio.

—Ustedes no entienden, si sigo aquí encerrado nunca me voy a recuperar.— despeinó su cabello azabache, sintiéndose cansado. Llevaba unos días rogando porque lo dejaran salir, pero no se lo permitían.

Ya podía caminar con normalidad, solo que decían que su espalda no estaba bien. Pero es que pasar todo el día en cama, era imposible para JiMin.

El padre habló de nuevo —No sé ni porque tenemos esta conversación, sabes que tienes prohibido salir a caminatas largas... Tu recuperación-...— lo interrumpió, harto de escuchar lo mismo.

—¡Estoy frustrado!— lo miró con los ojos acuosos —¡Estoy cansado de estar aquí adentro, y me parece ilógico que me prohíbas algo que no me hará malo! La última vez el doctor dijo que era bueno caminar, lo único que tengo prohibido es montar a caballo.— JiMin seguía sin entender la insistencia de su padre, por no dejar la casa o la granja si quiera.

El hombre mayor lo miró. Una mirada tranquila que transmitía de todo, menos tranquilidad —Bien, ¿Quieres ir al bosque? De acuerdo, hazlo.— sonrió falsamente —Pero debes atenerte a las consecuencias.—

—¿A qué te refieres?— frunció el ceño, con duda.

—No digas que no te lo advertí.— el hombre se levantó de la silla y salió de la cocina.

El chico se quedó mudo, sin entender que había pasado.

Miró a su madre y la mujer parecía haber ignorado todo lo último que pasó.

Decidió regresar a la habitación, entró y encontró de nuevo a Cooky dormido en su pequeña cama.

Suspiró, aburrido. Continuó preguntándose por qué no había, simplemente, tomado el camino al bosque.

Algo se lo prohibía, le decía que no sería su mejor movimiento. Su padre algo sabía, era más que obvio.

Y si era relacionado a HoSeok, no quería perjudicarlo. Decidió solo bajar nuevamente y sentarse en el porche de la casa.

Solo mirando a lo lejos, lo que tanto deseaba visitar. Su pierna empezó en un tic de ansiedad, a subir y bajar.

Daba vueltas al anillo que llevaba en su dedo corazón, y entonces recordó el dije en su bolsillo. Lo sacó y lo miró.

Nunca le preguntó a HoSeok que había dentro, o siquiera le preguntó dónde estaba la llave.

O la razón de darle aquel corazón de plata.

¿Por qué HoSeok tampoco lo mencionó? Se habían visto muchas veces desde que el dije le fue entregado.

—¡Agh!— exclamó frustrado, y tomó el bastón. Importándole poco si llegaba al bosque al anochecer y si debía tirarse en el pasto porque su espalda le gritaba que se detuviera.

Tampoco le importó que siempre estuvo siendo vigilado y que su decisión desencadenó mucho más.

Sus pasos fueron desesperados, jadeaba y el sudor resbalaba por su frente y espalda.

Incluso su camisa se había mojado por el gran esfuerzo que significaba caminar más de lo que había acostumbrado en dos semanas.

Su pecho subía y baja en grandes respiraciones, mientras el viento le pegaba fuertemente, haciendo su cabello para todos lados.