Capítulo 5

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La lluvia caía incesantemente, el viento mecía los árboles y su corazón latía de forma desenfrenada. Metawin observaba la perilla de la puerta.

La habitación en tonos grises y azules era simplemente hermosa, de un gusto exquisito y elegante, sobrio, nada recargado. En ese momento giró su rostro y miró a su alrededor, tomó aire profundamente, el pecho lo sentía apretado, como si le doliera ¿qué es esto que me pasa? Se preguntó mentalmente. Llevó una mano a su pecho y caminó hacia la cama enorme, estilo Luis XV, hermosa, cosa que en su vida había visto. Se sentó un momento, su cabeza daba vueltas, como intoxicado, pasó sus manos por sobre el cobertor, tan suave y frío. Observó sobre ella un pijama de seda italiana, con las iniciales "BC" bordadas en el bolsillo del pecho, sus dedos picaban por tocarlo ¿en qué estaba pensando? Eso no era correcto, estaba mal, él no podía, no. Haciéndose de todo el autocontrol y valor se puso de pie, junto a la cama y comenzó a desvestirse, sus ropas lentamente cayeron hasta el suelo, tomó el pijama y lo vistió, intentó sentir su aroma, pero ahí no estaba, se sintió triste, por un momento pensó, se permitió creer que era...de él. Se rio casi con ironía, de forma ladina, era de él, tenía sus iniciales bordadas, pero no lo había usado, iluso.

Justo cuando terminaba la puerta fue golpeada.

Caminó lentamente hasta abrirla, tragó saliva, contuvo su respiración y giró la perilla. Al otro lado, yacía el mayordomo con una charola de plata, una jarra con agua y un vaso.

- Me disculpo joven Opas, mi amo, me envía a preguntar si está cómodo, además de traerle agua – Metawin se hace a un lado, suelta de a poco la respiración que aún tenía contenida- ¿la temperatura es adecuada para usted? – añadía más leña a la chimenea de la habitación – si necesita más cobijas en el ropero hay o puede avisarme si lo desea – comenzó a caminar hacia la salida.

- Él, el señor Chiva-aree.... Él ya está...

- Está en el escritorio leyendo. Descanse joven. Me retiro – reverenció y salió.

Metawin se quedó pensando, tomó la bata que estaba a los pies de la cama, se la puso y observó otra vez las iniciales "BC", para salir rumbo al escritorio. Bajó silenciosamente una de las escaleras de mármol y observó aquella puerta entreabierta. La chimenea y las velas iluminaban todo, el calor se dejó sentir cuando empujó suavemente, dándose paso hacia el interior. Se quedó de pie observándolo un momento, él giró hacia la puerta encontrándose con esa mirada.

Sus ojos bajaron y se posaron en aquella abertura que exponía más de lo debido, su cuello y parte del pecho.

Metawin había querido ponerse sólo el pijama y nada de ropa debajo, necesitaba sentir esa tela sobre su piel e imaginar por una noche lo que sentía Bright, aunque muy en el fondo de su alma, él quería sentirlo...a él.

Llevó sus dedos hasta la abertura y subió lentamente la tela tapando así, el poco de piel expuesta, un descuido, se dijo mentalmente.

No se perdió ningún movimiento de Bright, menos cuando este volvió a subir su mirada, mordiéndose el labio hasta encontrarse nuevamente con su mirada.

- ¿Pasa algo joven? ¿está usted cómodo? – se atrevió a decir, por miedo a ser descubierto en sus pensamientos.

- Sí, muy cómodo ¿puedo? – señaló a sí mismo ingresando.

- Claro, por su puesto, pase por favor – se acercó hacia él, deteniéndose a medio camino. Su cuerpo se tensó al recordarse que no debía tener esos gestos, no con él.

Metawin caminó sin despegar sus ojos de Bright, parecía como hechizado, su cuerpo y su mente completamente desconectados uno del otro, su piel quemando y sus labios, tan sedientos.

Cuestión de orgulloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora