Capítulo 36

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Prim corría feliz en su habitación, sus hermanas la ayudaban a vestirse para la cena que haría oficial el noviazgo, la familia Perawat los visitaría esa noche.

La mesa estaba puesta con la mejor platería, los señores Opas se habían esforzado mucho en los preparativos, flores, loza blanca con finos estampados, manteles blancos, copas y vino.

Todo era felicidad hasta ese momento.

Prim lucía hermosa en su vestido, Ranee y Samantha la ayudaban a trenzar su cabello. Para esa velada, Samantha había preparado una composición que tocaría en el piano a modo de regalo para los novios.

La señora Ole daba instrucciones en la cocina, su padre se paseaba nervioso en el salón con una copa de Brandi en la mano.

En el jardín, admirando las flores se encontraba el soñador joven de la familia, meditando y pensando tantas cosas. Nunca hubiese pensado que su pequeña hermana, siendo tan inteligente y diligente en sus responsabilidades, hubiese aceptado una propuesta de matrimonio. Por un lado, entendía que ella estaba enamorada, pero por el otro, le preocupaba su felicidad, ella tan libre, tan soñadora como él había caído bajo el encanto de un joven y eso que siempre dijo que se mantendría soltera. Mirando en retrospectiva, pensó en sí mismo, en que él siendo tan fiel a sus convicciones como Prim, también había caído bajo el manto del amor, se rio para sí mismo cuando en ese momento, unos brazos lo tomaron desde atrás rodeándolo suavemente. Un aroma conocido invadió sus fosas nasales y respiró hondo. Con sus manos acarició las ajenas mientras apoyaba su cabeza hacia atrás, hacia ese pecho en el que descansaba cada noche.

- Admirando el jardín como siempre il mio luce – dijo susurrando en el oído del joven.

- Así es, ya sabe que amo las flores, tan hermosas, tan frágiles, pero no por eso menos admiradas por todos.

- Tiene usted razón, son como mi amado, frágiles en apariencia, pero fuertes en espíritu.

Ambas manos se acariciaban, era un momento de ensoñación que la señora Ole admiraba desde la ventana de la cocina, lejos de ese jardín.

Ella admiraba mucho a su hijo, sabía que era valiente al tomar la decisión que hace tiempo había seguido. Irse a vivir con un hombre, luchar por su amor, ser el mismo; sin embargo, eso no la hacía olvidar sus temores. Sufría en silencio por su hijo, si la sociedad se enteraba... aunque ya era tarde.

Entraron al salón a saludar al señor Opas, éste les ofreció una copa de Brandi antes de la cena, los Perawat no tardaban en llegar.

Un carruaje se presentó en la entrada de la casa anunciando la llegada de la familia.

Las hermanas se apresuraron en bajar la escalera, todas lucían hermosas como siempre, Ranee y Samantha con unos tomados trenzados y Prim se había decidido por un tomado alto.

El nerviosismo se sentía en el ambiente, la joven estaba ansiosa, casi no había comido ese día, ambas familias se presentarían formalmente.

El joven Perawat fue el primero en cruzar el umbral de la entrada, reverenció saludando a la familia de su novia y presentó a sus padres.

Detrás de sus hermanas y padres estaba el joven Metawin, pensando demasiadas cosas.

Una mano rozó la suya y se sobresaltó, un toque suave, sutil para bajarle sus nervios, él le sonrió al señor Chiva-aree, pero sus pensamientos seguían, si tan solo él fuera mujer, todo sería más fácil socialmente, tal vez la familia Chiva-aree lo aceptaría, nadie haría cundir rumores y ellos podrían anunciar su compromiso a toda la sociedad tal como su pequeña hermana lo hacía en ese momento. Suspiró y levantó su cabeza.

Cuestión de orgulloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora