Capítulo 48

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Al llegar a casa el Sr. Chiva-aree nota al joven muy callado, desde que salieron de la fábrica lo ha visto meditativo y silencioso. Algo ocurría, algo que lo tenía un tanto intranquilo.

Dejó que se asease y cambiase de ropa, ambos ya cómodos se dispusieron a hacer la cena. El joven Opas sirvió las copas de vino mientras observaba como su esposo cortaba las hortalizas y adobaba el pollo.

Esa mirada fija, inquisidora y penetrante tenía intranquilo al Sr. Chiva-aree. Hasta que ya no pudo más y tuvo que preguntar.

- ¿Todo bien hoy?

- Sí- contestó un poco distraído el joven.

- ¿Algo que quiera decirme? Lo noto un poco... pensativo. El joven suspiró.

- ¿Le gustan los niños? - soltó sin más. El vino se atoró en su garganta y casi lo escupe. Su mirada fija en el joven se fijó sin entender a qué venía tal pregunta.

- Un poco, no sé ¿A qué se debe su pregunta? – caminó soltando todo sobre la mesada de la cocina. Llegó frente al joven.

El joven sentado se mecía y jugaba con su copa, perdido absolutamente en sus pensamientos, pasando por alto que su esposo y por poco se ahoga.

- Estaba pensando en si alguna vez unos pequeños piececitos podrían correr por aquí... - murmuró el joven.

- No estará pensando en que yo tendré hijos con ¡Por Dios! No se le ocurra tal necedad – espetó el Sr. Chiva-aree - ¿O usted piensa en tenerlos con...? - se llevó una mano a la boca en señal de sorprendido.

El joven se quedó mirándolo y por un momento pensó y reflexionó el rumbo de la conversación.

- ¡Oh, no, perdone usted, no hablaba de eso... no de esa forma! - el Sr. Chiva-aree soltó un suspiro.

- Creo que debe explicarse mejor para no causarme este sobresalto.

- Me preguntaba si... usted quisiera alguna vez – comenzó a jugar con sus manos. Su esposo las tomó entre las suyas y lo miró intensamente.

- Si alguna vez yo quisiera...

- Si usted quisiera tener un hijo conmigo – soltó finalmente mirándolo tiernamente.

- Un hijo... nuestro... eso suena... hermoso, sin duda alguna, pero ¿cómo? No creo que se vea bien, no sé si debamos, me pregunto si las jóvenes estarán de acuerdo, es una gran decisión y creo que nos incumbe a los cuatro. ¿Qué es lo que mi amado piensa y desea?

El joven durante todo ese momento permanecía absorto, taciturno, perdido en sus pensamientos y en ese pequeño que le había robado el aliento.

- No sé, pensaba en si algún día usted y yo podríamos tener un pequeño en casa- se puso de pie frente a su esposo – yo sé que pido mucho y no sé si las jóvenes nos apoyarán en esto o puede que ellas también lo deseen en algún momento, creo que podríamos conversarlo ¿no cree usted?

La mirada del joven era inquietante, ciertamente eso conmovió al Sr. Chiva-aree, le preocupó el que nunca se hubiese puesto a pensar en que algún día su esposo o "esposas" quisieran un hijo o hija, por primera vez se lo cuestionó y eso lo mantuvo distraído.

- ¿Qué piensa usted? ¿Le gustaría que tuviésemos un hijo? Uno suyo y mío...

Esos ojos lo miraban suplicantes ¿cómo podría decirle que no a la luz de su vida?

Esa noche conversaron largo y tendido, al día siguiente deberían hablarlo con Carol y Susan.

Fueron a trabajar a la fábrica como siempre, pasando primero a saludar a sus "esposas" y saliendo de sus "respectivas casas".

Cuestión de orgulloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora