Capítulo 8

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Trabajaron en algunos documentos, Bright estaba sumido en su trabajo, mientras que Win se veía notoriamente nervioso. Esa tarde llevaría a Bright a su casa ¿Y si no le gustaba? Porque su familia burguesa no tenía una gran mansión, no eran poseedores de una gran fortuna e industrias, pero sí de un inmenso amor, entonces ¿sería eso suficiente para Bright?

Sumido en sus pensamientos y mordiendo su dedo pulgar, Bright se acercó hacia él, llevaba un momento hablándole y viendo lo distraído que estaba esa tarde. Con cuidado tomó a Metawin de su barbilla y lo sacó de ese trance, lo miró a los ojos y le sonrió.

- Todo saldrá bien, no debe estar usted inquieto – su dedo acarició la mejilla en un acto casi inconsciente, tanto como el que Metawin se acercara más a esa caricia.

- Espero que así sea – su mirada chocó con la de Bright.

En un intento de calmarlo, Bright movió más su mano, ya no sólo sus dedos sobre su mejilla y de la misma forma que la anterior, Metawin se recargó sobre la mano de Bright disfrutando de aquella caricia que aceleraba su corazón ¿En qué momento comenzó a sentirse así? no lo sabía, de lo que sí estaba seguro es en lo bien que se sentía la compañía, la caricia y las atenciones de Bright. Suspiró y sin saber lo que hacía, de manera muy innata y natural llevó su propia mano por sobre la de Bright y se hundió más en la suave caricia. Esto no pasó desapercibido por Bright, claro que no, pues su corazón amenazaba de manera insistente en salirse de su pecho y por primera vez pensó que aquel joven podría sentir, quizás, lo mismo que él. Se permitió sentir esa suave y pálida piel unos momentos más o juraría que desfallecería en el lugar, la necesidad de estar y de sentir cada día a Metawin a su lado, crecía rápidamente en su ser, en su alma.

¿Sería correcto sentirse así de atraído, ambos?

Ambos suspiraron sumergidos, cada uno en su pensamiento que, sin querer compartían secretamente. Al separarse Bright sintió una punzada en su pecho, bajó lentamente su mano y se quedó observándolo, más bien esperando que Metawin estuviera asustado por lo que él acababa de hacer, pero fue todo lo contrario, vio que Metawin bajó sus hombros, triste, pues había sentido el frío en su mejilla, ahí donde su piel quemaba ante el tacto de Bright. Se miraron por unos momentos esperando que el otro dijera algo de lo que había sucedido, pero ninguno pronunció una palabra; al contrario, retomaron la conversación de la cena. Eso era lo mejor, por ahora.

- Creo que deberíamos guardar los documentos y continuar mañana, así llegamos a tiempo y no hacemos esperar a su familia – Bright se dirigió hacia su escritorio y comenzó a ordenar.

Metawin hizo lo mismo, la verdad es que esa tarde había sido infructuosa, casi no había podido concentrarse en los documentos, su mente divagaba por detalles de su familia y su hogar y en lo que sería ese encuentro. Ordenó todo con cuidado y recogió sus cosas. Cerraron la oficina y salieron hacia el carruaje que ya esperaba por ambos a la salida.

Grace susurró algo a Bright antes de subir al carruaje y emprendieron el viaje.

Los nervios traían tenso a Metawin, la sola idea de que algo saliera mal lo estaba volviendo loco, miraba por la ventana esperando relajarse, pero no lo conseguía. Ante tal silencio Bright cambió de lugar, pasó de estar frente al joven a sentarse a su lado y puso su mano sobre su muslo, eso sacó a Metawin del trance y lo trajo de sus pensamientos a la realidad, ahí a su lado.

- Deje de pensar tanto, estoy seguro que todo saldrá bien joven – sus dedos acariciaban casi imperceptiblemente el muslo, pero Metawin podía sentirlo, porque su piel se erizó al inicio del contacto y se mordió el labio ante un pequeño gemido que se escapó.

Cuestión de orgulloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora