Capítulo 37

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El lugar preferido del joven Opas era la casa que compartían, la servidumbre estaba durante el día y, cuando ellos llegaban de la fábrica ya no debían estar, esas fueron las instrucciones. Gustaban de cocinar la cena juntos, beber una copa de vino, leer poesía frente a la chimenea y tomar un baño juntos. Aquella noche no sería la excepción.

El baño era preparado con flores, era relajante luego de un día largo de trabajo. Ambos intentaban permanecer en el anonimato lo que más pudieran, las normas sociales de aquella época jamás los dejaría estar juntos, primero encarcelados que permitir una aberración así.

Al terminar, ambos se secaban y envolvían en una gran toalla, se dirigían a la habitación que compartían y hacían el amor.

Esa noche, luego de leer a Tomás Moro, el señor Chiva-aree reclamó como suyo el cuerpo del joven una vez más. Algo en su corazón le decía que el tiempo se acababa y quería disfrutarlo al máximo, durase lo que durase.

Las siguientes palabras resonaron en la mente del joven, esa poesía giraba en su cabeza, anunciando, tal vez lo inevitable...

Cuando en la noche (Gustavo Adolfo Bécquer)

"Cuando en la noche te envuelven las alas de tul del sueño y tus tendidas pestañas semejan arcos de ébano, por escuchar los latidos de tu corazón inquieto y reclinar tu dormida cabeza sobre mi pecho, ¡diera, alma mía, cuanto poseo, la luz, el aire y el pensamiento!

Cuando se clavan tus ojos en un invisible objeto y tus labios iluminan de una sonrisa el reflejo, por leer sobre tu frente el callado pensamiento que pasa como la nube del mar sobre el ancho espejo, ¡diera, alma mía, cuanto deseo, la fama, el oro, la gloria, el genio!

Cuando enmudece tu lengua y se apresura tu aliento, y tus mejillas se encienden y entornas tus ojos negros, por verte entre sus pestañas brillar con húmedo fuego la ardiente chispa que brota del volcán de los deseos, diera, alma, mía, por cuanto espero, la fe, el espíritu, la tierra, el cielo".

Y sí, el joven Metawin, estaba dispuesto a darlo todo por su amado, mientras se dejaba llevar por el ardiente deseo de ser poseído y de poseerlo, lo que el cruel tiempo quisiera darles.

Sus gemidos resonaban por la habitación, su piel se llenaba de sudor mientras los labios del señor Chiva-aree besaban los suyos, aquellas manos que conocía demasiado bien lo estaban elevando a la gloria

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Sus gemidos resonaban por la habitación, su piel se llenaba de sudor mientras los labios del señor Chiva-aree besaban los suyos, aquellas manos que conocía demasiado bien lo estaban elevando a la gloria.

Su miembro era apresado y acariciado haciéndolo perder la cordura, se aferró cuanto pudo a las sábanas blancas de su cama hasta que producto del placer que le era proporcionado llegó al exquisito clímax.

Su pecho subía y bajaba aceleradamente, su respiración entre cortada, el sudor bajaba por su frente que era cubierta por su cabello mojado. Toda una obra de arte digna de ser admirada por el señor Chiva-aree, quien en ese momento solo podía pensar en su amado, en hacerlo sentir especial y en llenarlo de amor, ese que, tal vez, les sería arrebatado de manera abrupta e intempestiva.

En el tiempo que llevaban juntos habían explorado sus cuerpos, sabían exactamente lo que quería el otro, por eso el señor Chiva-aree no dudó en llenarlo de besos y caricias, recorrió cuanto pudo con la yema de sus dedos, dibujó cada recóndito lugar para grabarlo a fuego en su memoria, mientras ahí bajo suyo, su amado le entregaba hasta su alma.

Bien sabían ambos lo que estaba por venir, no era secreto entre ellos, las noches y amaneceres estaban contados y su futuro, sentenciado. Y es que el orgullo y frivolidad de las personas puede llegar tan lejos, que las apariencias parecieran imponerse por sobre los sentimientos.

Un gemido desgarrador salió de la boca del joven cuando su miembro explotó en la mano del señor Chiva-aree, su cuerpo extasiado y cansado aún pedía más, no era suficiente, esa noche tenía que ser larga, en su mente se repetía "por favor una vez más, necesito sentirlo una vez más" y, como si leyera su mente, su amado comenzó a acariciarlo nuevamente, ahora en busca de su propio éxtasis.

Recobrando el poco aliento, el joven Metawin recorrió con sus labios el pecho de su amado. Su lengua se había vuelto experta y el sabor de aquella piel, era su adicción. Lo recorrió memorizando cada trazo, como si de un lienzo se tratase. Quería que nunca se le olvidara el cuerpo del hombre que le enseñó lo que era el amor, que lo hizo sentir único y que, sabía, daría la vida por él también.

El señor Chiva-aree cambió de posición dejando al joven sobre sí. Dejó que hiciera lo que quisiera con su cuerpo, era su turno de recordarlo como él lo haría por toda la eternidad.

Fue así como el joven, una vez listo, se sentó a horcajadas dando placer a ambos cuerpos. Sus movimientos y gemidos eran una magnum opus, digna de ser admirada, la mejor vista que el señor Chiva-aree se llevará consigo. Sus manos recorrieron la pequeña cintura del joven haciéndolo llegar tan profundo, tan intenso, como si una fusión de almas se estuviera llevando a cabo.

El cansancio se hizo sentir, el sudor en ambos cuerpos mojaba aquellas sábanas, que envidiosa era testigo de tanto amor, de tanta pasión y lujuria, una que nunca nadie había visto. Esa habitación, maldita habitación egoísta, jamás contaría aquella historia, la guardaría celosa para siempre.

En una vuelta rodaron, quedando nuevamente el joven bajo su cuerpo, ya cansados se besaron, comenzando así el inicio del fin. El clímax era evidente, juntaron sus frentes para susurrar, como siempre, el nombre del otro.

- Il mio luce, la mia vita.

- il mio Paradiso, la mia vita... Ti ameró per sempre.

Y el amanecer, ese tan hermoso, el que todo amante espera para despertar junto a su amado, llegó. Tan mezquino, tan insolente y tan vilmente cruel.

La noche dio paso al día y con ello a la fatalidad. Ahí fundidos en la cama, envueltos en las celosas sábanas blancas... un golpe se hizo sentir.

- Iré a ver quien busca mi amado, no se levante – dijo muy serio el señor Chiva-aree mientras se vestía y caminaba hasta la entrada.

Pero como son las cosas del destino, raudamente, el joven se vistió saliendo tras de él, acongojado. Y si, el amanecer fue cruel.

La policía yacía de pie, al otro lado de la puerta, de aquella casa que, hasta ese día, había su hogar...

~Miss Winita 🐰
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Hola a todxs!

Yo estoy con un nudo en la garganta 🥺
Ha sido difícil escribir este capítulo... cuánta envidia y miseria en esta sociedad...

¿Qué creen que sucederá de ahora en adelante?

Recuerden votar y leo sus comentarios 🌷

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