Capítulo 9

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Las muestras de afecto y cariño no cesaban, cada vez que podía Bright se acercaba y acariciaba, ya sea que fuese su mejilla, su espalda, el brazo o un roce de manos. Todo aquello hacía vibrar no solo el cuerpo del joven Opas, si no que también su corazón y su alma.

Luego de aquella escena tan intensa, conmovedora en su casa, donde no quiso preguntarle nada a Bright porque eligió dejar que las cosas fluyeran, sabía que, en algún momento, quizás más pronto que tarde, debían hablarlo. Aquella noche, Bright calmó su mente, su alma, su corazón y su inquieto cuerpo que temblaba en esos brazos. Él le dijo que no le respondiera, que prefería que lo pensara, pero para el joven Opas todo estaba dicho, sabía perfectamente que sus sentimientos le correspondían a Bright y eso lo hizo enormemente feliz.

En casa, su familia lo observaba atentamente, sus hermanas solían interrogarlo al llegar a casa luego de una tarde de estar en la industria. Sus hermanas Ranee y Samantha eran las más juguetonas, ellas habían notado como el señor Chiva-aree lo miraba, pero quien vio más allá de todo, además de sus padres, fue la mayor, Prim.

Metawin llegaba esa tarde cansado a cenar, su madre yacía en la cocina y sus hermanas llevaban los alimentos a la mesa, todo siempre era agradable en la casa de los Opas, grandes conversaciones en el salón, sus hermanas al piano o bordando, su padre poniéndose al día en las cosas de todos sus hijos y leyéndole a su esposa. Esa noche cuando todos se dirigían a sus habitaciones, Prim alcanzó a Metawin en la escalera.

- ¿Tienes un momento? Quisiera hablar con usted un momento – la mirada de ella inquietó a Metawin, quien supo que algo ocurría.

- Claro que sí, querida Prim, vayamos al jardín pequeño.

Ambos salieron, la noche era fresca, pero eso no importó, ella estaba inquieta y debía hacérselo saber.

- Dígame Prim – comenzó Metawin.

- Hermano, usted sabe que yo no suelo meterme en menesteres que no me competen, pero tengo una congoja en mi pecho, no estoy tranquila – dijo sin más.

- ¿Le sucede algo? ¿Algo en que pueda ayudarla? Sabe que cuenta conmigo para lo que sea – sentenció.

- Lo sé – dijo- y espero que yo para usted sea lo mismo, espero que me cuente qué le está pasando con ese señor – los ojos de Metawin se abrieron, quiso decir algo, pero se calló. Luego quiso saber a qué se refería.

- ¿A qué señor se refiere? – preguntaba Metawin inquieto.

- Al señor Chiva-aree ¿Qué está pasando ahí? Y no me diga nada, los vi, después de la cena, abrazados en el salón – en ese momento la sangre del joven se heló.

- No sé de qué está hablando, Prim ¿Qué fue lo que vio? – por un momento sus piernas amenazaron con ceder.

- Hermano, sabe perfectamente de qué hablo, yo... sin querer los oí. Debo agregar que fue cuando iba por agua, no fue mi intención acercarme y ser impertinente, pero ahora usted me preocupa, por favor confíe en mí – tomó, las para ese momento, frías manos del joven.

- Necesito que sea clara con sus palabras, me está asustando.

¿Será que escuchó a Bright? ¿Nos vio abrazados? No puede ser, pensó Metawin.

- Win, escúcheme con calma, usted debe confiar en que mis labios estarán sellados después de esta conversación, pero es demasiado notorio que entre ese señor y usted pasa algo, se nota en sus miradas, ahí hay algo creciendo y quisiera que me diga, si usted tiene afectos por él – su mirada era de una hermana preocupada, pero a la vez de amor.

Cuestión de orgulloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora