Capítulo 34

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Cada vez que había un baile en la alta aristocracia toda la ciudad y alrededores se preparaba para tal magno evento.

Si bien lo Opas eran burgueses y no pertenecían a la aristocracia, frecuentemente eran invitados a estos bailes. La reputación de la familia era conocida. Por esa razón las niñas estaban emocionadas de poder asistir. Prim, sobre todo, que había recibido aquella tarde de jueves una misiva del joven Perawat.

En esta carta le solicitaba permiso para llevarla personalmente al baile, esto era parte del cortejo que llevaba hacia la joven Opas.

La señora Ole corría detrás de la joven por el salón, la joven gritaba de los nervios y la emoción comenzó a contagiar a la familia.

Por otra parte, estaba la familia Chiva-aree que también había sido invitada, aunque obviamente iban a asistir separados.

El Sr. Chiva-aree al recibir dicha invitación, en el escritorio de su fábrica, suspiró. Presentía que algo iba a pasar.

Como solía ser siempre, las niñas de sociedad comenzaron a buscar costureras, sastres o vestidos en el extranjero. Debían verse elegantes para así captar la atención de algún joven aristócrata y cuidar el buen nombre de la familia.

- Hija, basta, me vas a marear – replicaba la señora Ole.

- Mamá, además ha enviado una caja enorme – dice emocionada la joven- al parecer es un vestido – dijo emocionada.

Sus hermanas suspiraban ante lo romántico que les resultaba la atención que el joven Perawat había tenido con su hermana Prim. Y de paso, la molestaban.

- Abra la caja y veamos si el joven tiene buen gusto – dice burlesca Ranee.

- Sí, hermana, debe probárselo – gritaba eufórica Samantha.

Ante la insistencia de sus pequeñas hermanas, Prim abre la caja. Sus ojos se abren sorprendidos ante lo hermoso que es el diseño del vestido, un azul rey que le hacía contraste a su piel delicadamente blanca.

Sus hermanas quedaron asombradas, el joven parecía tener buen gusto.

- Es un vestido hermoso, sin duda alguna – comentó la señora Ole – debes agradecerle hija.

- Si mamá, lo haré. Subiré a probármelo por si hay que hacerle ajustes – subió emocionada con la caja hasta su habitación.

Mientras en la casa de los Opas existía una revolución de moda de cara al baile, en la fábrica estaba el Sr. Chiva-aree pensando si asistir o no a dicho evento. De hacerlo, no lo haría sin la compañía de su amado, aunque eso le significase un disgusto con su familia.

El joven Metawin entró a la oficina y vio al Sr. Chiva-aree muy serio, pensativo y absorto mirando un papel. Se acercó para preguntarle si ocurría algo.

- ¿Le sucede algo? ¿Pasó algo? – interrogó preocupado ante el rostro de su amado.

Suspiró y tomó aire, no sabía si decirle esto al joven estaba bien o no.

- No me sucede nada, usted no se preocupe – dijo calmado – es solo una invitación.

- Por su rostro, veo que está dubitativo ¿pasa algo?

- Me preocupa asistir porque no quiero que mis padres nos incomoden, pero también me preocupa no asistir porque la familia es amiga de la nuestra e inversora en nuestros negocios – dijo sentándose hacia atrás en la silla.

El joven se acercó y se sentó en el regazo del Sr. Chiva-aree. Con su mano le acarició la nuca y posó su frente contra la otra.

- Si debe ir está bien, sus padres no le molestarán, pierda cuidado.

Cuestión de orgulloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora