Capítulo 25

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Los viajes a la finca de Perawat era uno de los más esperados por las hermanas Opas, Ranne y Samantha se preparaban ansiosas, ambas sentadas frente al tocador, donde su madre, la señora Ole las asistía con sus peinados.

Mientras trenzaba los hermosos cabellos de Ranne tarareaba una tonada que Samantha solía tocar al piano. Las tardes solían ser tranquilas en la semana cuando aquellas jovencitas estaban sumidas en sus estudios, pero esta mañana de sábado era diferente. Ranne miraba las cintas que se pondría en su cabello, Samantha revisaba su bolsa para cerciorarse de que llevase lo necesario, su pañuelo y un mini libro de bolsillo que admiraba siempre que salía a caminar, era su compañía favorita.

Una animada Ranne rio agitada al decidirse al escoger la cinta celeste, perfecta para hacer juego con su vestido azul.

Por su parte, Prim se alistaba sola en su habitación, su madre iría luego para ayudarla a terminar lo que fuese necesario. Esa mañana había dejado sus estudios de maestra por un momento, para alistarse e ir a visitar al señor Perawat.

Su corazón lo ansiaba.

Estaba llena de nerviosismo, pero trató por todos los medios de mantener la compostura. Su vestido verde hacía resaltar su hermosura y juventud.

Muchos jóvenes habían intentado en vano cortejarla y, a la hora de pedir su mano en matrimonio su familia la había apoyado, siempre fue un rotundo "no". La razón era simple, ella no se conformaría jamás con solo ser la mujer "adorno" de cualquier burgués o aristócrata, ella era una mujer culta, inteligente, capaz de deslumbrar en belleza y encanto, así como también en sabiduría.

Sentada frente al espejo recibió sonriente a su madre.

- ¿Y mis hermanas?

- Ya están listas, ha sido toda una odisea – sonrió su madre, rodando sus ojos.

Su madre se posó detrás de ella para comenzar a peinar su cabello, la miraba con ternura, sabía que su hija tenía sus propios sueños y ellos iban a apoyar a cada uno de sus hijos.

- Te ves hermosa hija, serás la envidia de tus hermanas – rio suavemente.

- Madre, mis hermanas son muy hermosas, ya quisieran muchos desposarlas.

- Y tú ¿qué has pensado?

- Madre... usted sabe que para mí lo más importante es ser maestra, no me conformaría con ser el adorno de nadie.

- Lo sé mi princesa, pero ¿Y si alguien te lo propone?

- Deberé contestar como siempre...

Cuando todas las jóvenes estuvieron listas, se dirigieron junto a sus padres y hermano para partir a la finca de los Perawat. Lo que nadie sabía es que el corazón de una de las jóvenes latía ansioso.

Al llegar a la estancia, saludaron a la familia, Metawin fue llevado al jardín por su amigo ante la atenta mirada de Prim.

Ambas familias conversaban amenamente en el salón, las niñas contaban cómo iban sus estudios a los señores Perawat.

Cuando la hora de la comida llegó, entraron Metawin y su amigo, tomaron asiento en la gran mesa. Cuando aún no comenzaban un carruaje se detuvo en la entrada.

- ¡Oh! Debe ser nuestro invitado especial – dijo el joven Perawat.

El mayordomo lo guio hasta el gran comedor donde esperaban los comensales.

El mayordomo lo guio hasta el gran comedor donde esperaban los comensales

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