Capítulo 18

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¿Cómo detener a tu corazón cuando late de manera impertinente? ¿Cuándo solo quieres calma, pero parece mandarse solo? Así sentía Metawin. Mientras subían la escalera que los llevaba a la planta alta, su corazón latí de manera desenfrenada, aún no se acostumbraba a los besos, a las caricias, a esto de "estar juntos por siempre", cuando analizaba la situación.

¿Y si ahora no le gustaba lo que estaba a punto de ver? ¿Y si se arrepentía? Esas ideas rondaban en su cabeza, mientras su corazón acusaba con salirse de su pecho. No fue hasta que escuchó el sonido de la puerta de la habitación abrirse que volvió a la realidad. Su realidad.

El miedo se apoderó de su ser, no estaba permitido amar a alguien de tu sexo por una razón ¿Y si era esta? ¿Y si salía herido? Y si de tanto amar, moría en el intento... cuando sus pies tocaron el piso, su mirada se encontró con la de Bright, su pecho comenzó a subir y bajar rápidamente y sus piernas se doblaron. Unas manos firmes lograron detener una estrepitosa caída.

- ¿Está usted bien? ¿Se ha herido? – sus ojos, esos ojos que amaba cada día más lo miraron profundamente.

- S...sí – dijo intentando pisar con firmeza, pero sin apartar su cuerpo de esa mano que quemaba su cintura.

La mano de Bright seguía en su cintura, sólo con un toque su mundo se volteó de cabeza, un simple gesto bastó para recordarle la necesidad que su alma, su corazón y su cuerpo tenían de él.

- Creo que el viaje lo ha cansado, si quiere descansar, yo estaré en la habitación conjunta. Descanse il mio luce – y así sin más llegó el vacío, su piel sintió esa mano abandonar su cuerpo y el joven lo miró con tristeza.

En ese momento Bright entendió y acercó aún más su cuerpo para susurrarle al oído.

- Si usted quiere lo acompaño, sólo si es su deseo.

Y el estómago vibró junto a las alborotadoras mariposas.

- ¿Podría quedarse?

- Claro que sí, como usted desee.

La puerta se cerró y cada uno comenzó a sacar su ropa para dormir.

- Iré a asearme primero o si prefiere ir usted – habló el señor Chiva-aree.

- Vaya, yo puedo esperar – al salir Bright de la habitación, el joven se sentó lentamente en la orilla de la cama, su mirada fija en la puerta. Respiró profundamente y llevó su mano hasta su pecho, su corazón no había dejado de latir de manera acelerada desde que subieron la escalera.

En ese momento pensaba si él sería lo suficiente para él, pensaba en aquella hermosa mujer que estaba en la fiesta, aquella tan "adecuada y correcta" que habían escogido para él, fue inevitable compararse. Su vista recorrió su cuerpo y se maldijo, en ese momento quiso ser como ella, darle lo que ella podía.

 Su vista recorrió su cuerpo y se maldijo, en ese momento quiso ser como ella, darle lo que ella podía

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