Capítulo 49

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La tarde parecía más triste de lo normal, el cementerio no era un lugar para nadie, menos para un pequeño como Albert.

El médico había certificado su deceso y le permitió al Sr. Chiva-aree y al joven Opas llevarse aquel frágil cuerpo.

No había sido fácil ver al pequeño destrozado recostado sobre el cuerpo de su madre, así como tampoco el explicarle que debía despedirse de ella ¿Cómo le dices a un pequeño de cinco años casi seis que la única persona que tenía a su lado se había ido?

El joven lo acompañó todo el tiempo abrazándolo y acariciando su cabello, el pequeño desconsolado lo miraba con tanta tristeza y amargura, un sentimiento que un niño no debía conocer.

Detrás del joven yacía de pie el Sr. Chiva-aree. Lo miraba de una manera muy singular como leyendo la mente de su amado, y es que lo conocía tan bien que ya había adelantado algunos arreglos.

El pequeño Albert lanzó un ramo de flores sobre el ataúd, el cual lentamente bajó por ese agujero y quedó quieto ante la triste mirada de ellos tres y la persona del servicio funerario.

- Albert ¿necesita algo ahora? – preguntó el joven Metawin. El pequeño movió su cabeza negando – debemos irnos.

- ¿Y mi mamá? – preguntó el pequeño señalando al suelo.

Ambos jóvenes tragaron saliva ¿Qué se le dice a un niño en estos casos? El Sr. Chiva-aree miró a su amado y luego se hincó para quedar frente a Albert.

- Ella está dormida y ese será ahora su nuevo hogar. Podremos venir cuanto guste pequeño – dijo acariciando su cabellera.

- Ahora debemos irnos, está atardeciendo y hace frío, no queremos que se resfríe – añadió el joven Opas.

- ¿Y dónde iré ahora? – la pregunta retumbó en el corazón del joven que solo pudo mirar a su amado.

Ya conociendo a su esposo el Sr. Chiva-aree respondió.

- Con nosotros, hoy le llevaremos a nuestra casa si es que le parece.

- Pequeño ¿hay alguien más a quien podamos avisarle, algún familiar? – cuestionó el joven.

El pequeño movió su cabeza de lado a lado y se abrazó, asimismo.

- Entonces... vamos.

El Sr. Chiva-aree se puso de pie y tomó la mano del pequeño ante la mirada orgullosa de su amado. Caminaron hacia el carruaje que los aguardaba.

En la casa, enviaron a Albert a asearse antes de darle la cena

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En la casa, enviaron a Albert a asearse antes de darle la cena. Llamaron a Carol y Susan para explicarles lo sucedido. La conversación era triste y sombría, pero escuchar al joven Opas hablar de Albert fue la respuesta ante una pregunta que era inevitable.

- Entonces – habla Carol - ¿qué han pensado hacer con el pequeño?

- El Sr. Chiva-aree se puso de pie al sentir un golpe en la puerta, mientras caminaba respondió – Eso es lo que veremos ahora.

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⏰ Última actualización: Jun 25 ⏰

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