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chapter thirty-two

— ¿Estás seguro que quieres esperarme aquí afuera?

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— ¿Estás seguro que quieres esperarme aquí afuera?

— Completamente seguro.

— ¿Y también estás seguro de que no estás molesto?

— Ajá...

— ¡Derek!

— ¡Estoy celoso! ¿sí? ¿contenta?— cruzó los brazos con fuerza sobre su pecho.

Solté una risita y eso pareció molestarlo aún más.

— Pues quítate esos celos.

— ¿Cómo quieres que no los sientas cuando me dices que vas a ir a la casa de Stiles a ver cómo está?

— Es porque es mi amigo y estoy preocupada por él ¿eso es malo?

— No.

— ¿Entonces?

— Te preocupas demasiado por él y eso no es normal.

Solté un suspiro.

— Quizá no es normal si no fuera por el hecho de que nos hicimos muy unidos desde que alguien, que no quiero decir su nombre, mató a mi papá y luego me quedé tan sola que él fue mi único apoyo— Derek apretó la mandíbula—. No te estoy reclamando nada, es solo que quiero que entiendas hasta que punto aprecio a Stiles pero que eso no te haga sentirte celoso.

— Me dan celos porque ambos sabemos lo que siente por ti y a pesar de eso tú sigues ahí, con él— espetó.

— ¿Qué estás insinuando Derek Hale?

— ¿Yo? ¿nada?— dijo inocentemente—. ¿Qué quieres decir?

— Mira Derek, no entiendo por qué te encelas de Stiles cuando te he demostrado lo mucho que te amo a ti y que a Stiles lo quiero como a un amigo así que si no crees que eso es suficiente entonces no sé que más esperas de mí— dije exaltada y vi con incredulidad como Derek esbozaba una sonrisilla traviesa.

— ¿Estás molesta?— preguntó en un susurro.

— Sí— respondí sin más, dando la media vuelta y dirigiéndome a la puerta de la casa Stilinski. Habíamos estado hablando en la acera, muy libres, sin importar quién nos viera y se diera cuenta de que estábamos juntos y peleándonos...

Su manaza rodeó mi brazo, logrando detenerme y con un jalón me acercó a él, chocando con su pecho.

— ¿Te han dicho lo sexy que te ves enojada? — preguntó con voz más ronca de lo normal.

— ¿Y te han dicho lo infantil que te ves celoso?— le repliqué para hacerlo enojar un poco y para controlar a mis sucios pensamientos.

— Ay ya Sandra, bésame de una buena vez que me estoy volviendo loco— acercó su rostro y yo alejé el mío.

En la boca del LoboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora