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chapter twenty-four

chapter twenty-four

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Derek's POV

— ¿Por qué tú no sientes esto?

Encadenaba a Isaac en uno de los asientos del abandonado andén para impedir que no hiciera una locura en esta luna llena. Las cosas se complicaban cada vez con el kanima y eso me había debilitado, me sentía cansado a pesar de haber dormido bien anoche, abrazando a Sandra... Pero el punto es que las responsabilidades como alfa nunca acababan y menos cuando se tiene miembros neófitos que no pueden controlar aún sus instintos. Si tan solo fueran como Scott y Sandra...

— Lo siento a cada segundo— le respondí mientras apretaba más la cadena.

— ¿Cómo lo controlas?— preguntó de nuevo Isaac. El andén se tambaleaba con la fuerza de los movimientos de Erica y Boyd que ya estaban encadenados y gemían de dolor y frustración.

— Encuentras un ancla, algo con significado— agarré con fuerza su mano al asiento—, te amarras a eso y el lado humano se mantiene— me quedé pensando en cómo mis palabras tomaban sentido, cómo Sandra me consideraba algo muy importante en su vida.

— ¿Qué es para ti?

Algo dentro de mí se removió, sintiéndome mal de que mi ancla no fuera ella.

— Enojo— suspiré—. Pero no es lo mismo para todos.

— ¿Hablas de Sandra?

Lo miré con el ceño fruncido, ¿por qué preguntaba por ella y no por Scott? Yo solo le pude asentir, terminando de asir sus manos.

— Esto está listo.

Antes de poder levantarme, un movimiento de jale hizo que el asiento de Isaac se hiciera para atrás y al dirigir la mirada hacia ese punto, vi a Erica y a Vernon con sus totalmente dorados y los colmillos asomándose fuera de las encías y labios. Esto se estaba saliendo realmente de control y necesitaba ayuda rápida.

Y de inmediato comenzaron las transformaciones, dolorosamente, para los tres miembros de la manada. Las uñas se convertían en afiladas garras, los vellos del cuerpo cubrían más y más partes de su cuerpo, las orejas se hacían puntiagudas en la parte superior, e incluso sangraban por el esfuerzo que hacían por zafarse del amarre.

Salí un momento del andén para agarrar señal en el celular y apreté el botón número 6 del teclado y se marcó el número de Sandra. Sonó y sonó pero ella no contestó. Eso me preocupó pues ella siempre contesta y más cuando se trata de mí. Su voz diciendo que dejara un mensaje después del tono llego a mis oídos con decepción.

— Sandra, cuando escuches esto, ven rápido porque necesitaré ayuda— colgué cuando terminé el mensaje—. Mucha ayuda...

Solté un suspiro. Hice un movimiento hacia abajo con cada una de mis manos y de ella brotaron las garras. Entré al andén y al instante el trío de inestables hombres lobo posaron su mirada sobre de mí, con disposición entera de atacarme.

En la boca del LoboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora