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chapter eight

Scott y yo nos dirigimos en mi coche a la pista de patinaje

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Scott y yo nos dirigimos en mi coche a la pista de patinaje. Trataba de concentrarme solo en el camino pero me era imposible. Desde anoche no pude dejar de pensar en esas palabras que Lydia me dijo antes de dejarla en su casa y una nueva pesadilla me invadió en el sueño.

"Tu padre te necesita"

Me mordí el labio con nerviosismo, ¿qué demonios puede significar eso? Mi padre estaba muerto ¿cómo puede decirme eso Lydia? ¿Acaso se burla de mí quitándome la paz que poco a poco he podido recuperar?

Además creo que había llegado el momento de hablar con Derek y enseñarle esas fotografías que mi papá guardaba en el sótano. Quizá Derek podía darme algunas respuestas que me lleven a más respuestas.

— ¿Estás bien? — últimamente escuchaba esa pregunta muy a menudo.

— Sí, solo estoy pensando en cómo esta situación parece a punto de salirse de control y ni siquiera es nuestra responsabilidad detener a Derek— le respondí soltando un suspiro.

— Quizá nos sentimos un poco responsables pero no nos cuesta mucho tratar de impedirlo ¿no? — respondió tratando de que le diera la razón.

— ¿Y por qué es malo lo que hace Derek? ¿Realmente nos debe importar?

Scott suspiró un poco frustrado.

— Sí porque la mordida no es algo que deba darse así porque sí y él solo quiere poder en una manada para sus propios beneficios, ¿eso no es malo?

Ahora yo fui la que suspiré.

Llegamos a la pista y bajamos del auto. La puerta del lugar estaba abierta por lo que entramos. Caminamos hasta llegar al hielo y vimos cómo Boyd pulía la pista. Parecía estar normal por lo que supuse que tendríamos tiempo de tratar de que no hiciera lo que Derek quería.

— ¡Boyd!— le gritó Scott—. Sólo queremos hablar.

Boyd solo nos miró un instante y siguió adelante en esa máquina—carrito que hacía el trabajo de pulir.

— Boyd por favor— le hablé con suplica—. ¿Derek te lo dijo? No hablo solo de perder el control en luna llena, hablo de todo.

Boyd detuvo el carrito y resopló.

— Ya me habló de los cazadores— me dijo mirándome como si eso le importara poco.

— ¿Y no te bastó eso?— le preguntó Scott exasperado y Boyd torció los ojos—. Espera hay otros modos.

— No quiero almorzar solo todos los días— replicó Boyd y nudo se me formó en la garganta pues yo también había notado como la gente repelía a Boyd.

— Si quieres son amigos hay otros muchos mejores que Derek.

— Eso me duele Scott— volteamos al escuchar la voz de Derek detrás de nosotros. A su lado estaba la resbalosa mosca muerta de Erica e Isaac. Los tres vestían de pantalón y chaqueta negra de cuero (algo que yo había cambiado usando colores vivos para diferenciarme de Derek).

En la boca del LoboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora