IV

80 9 0
                                    

K a i r a M o o n.

La luz que está enfrente de mis ojos, me hace cerrarlos de golpe de nuevo y agachar la cabeza. Doy un gruñido en lo bajo y me limito a abrir un solo ojo, mientras sigo viendo hacia abajo. La luz se apaga de golpe, dando un fuerte ruido, como el de una plaqueta bajando. Abro los dos ojos por completo y elevo la mirada.

Enfrente de mi hay una chica de cabello negro y ojos verdes. Viste completamente de negro, un pantalón negro pegado, una camiseta negra pegada y unas botas negras algo altas. Tiene el cabello negro y su maquillaje es negro —¿qué tiene está gente con el negro? —.

—Das Meerschweinchen ist erwacht — Habla en alemán.

<<El conejillo de indias está despierto>>.

—Sie sollten die Maske aufsetzen, es sind strenge Regeln — una voz varonil se deja escuchar detrás de ella.

<<Deberías ponerte la máscara, las reglas son estrictas>>.

—Por favor, Gilbert, no dirá nada, él dijo que ella no diría nada — la peli negra se gira a él.

—No digas mi apellido, carajo — le reprocha el otro.

La pelinegra roda los ojos.

El chico se acerca más, dejándose ver. Ese alto, viste igual completamente de negro, su cabello es castaño muy notorio, sus ojos son color, avellana, muy llamativos la verdad. Siento un leve mareo y la cabeza me duele un poco.

—¿Y está no habla? — la chica pregunta, mientras me señala con un objeto filoso.

Si algo he aprendido de películas es que es mejor no hablar, porque si lo haces te terminan golpeando y no colocarte tanto a la defensiva, que terminaras muerto. — Brekker—, carajo.

—Ich glaube nicht, dass ich mit Hündinnen gesprochen habe —otra voz habla detrás de ellos dos.

<<No creo que hablé con perras>>.

Y aunque esté hablando detrás de ellos, sin dejarse ver, puedo reconocerla.

—Muy gracioso, Biersack — la pelinegra le da una mala mirada.

—Gracias por dejar saber mi apariencia, Donovan — le dice, Biersack de mala forma.

—¿Por qué dejaste que entrara? — Gilbert le reclama, al de ojos azules zafiro, que viene acercándose.

Pasa delante de ellos, dejándose ver, vestido completamente de negro, sin la chaqueta de cuero, tiene su cabello desordenado y sus ojos zafiro tienen la misma intensidad de una tormenta eléctrica.

—Ni le dije que bajara — le responde— creo haberte pedido, que te quedaras arriba, Donovan — Biersack mira a la pelinegra.

—Quería conocerla — se excusa, encogiéndose de hombros.

—Largo — le ordena.

—Vamos, quiero saber que le harás.

—Eso no es de tu importancia — le dice a mala maneras.

—Yo la puedo hacer hablar — me mira sonriente, sus ojos tienen un brillo que no puedo explicar exactamente, y mueve la navaja de un lado a otro.

Biersack se acerca a ella y lleva su mano hasta su nuca, sujetándolo con un poco de fuerza, veo como ella hace una mueca.

—Afuera, ahora — le dice más serio.

—Bien, pero si necesitas ayuda, no me llames — Donovan se zafa de él con fuerza, dándole una mala mirada. Pasa a la par de ellos dos, empujándolos con el hombro.

Perfectamente imperfectosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora