XIX

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D r a z h a n B i e r s a c k.

Suelto una maldición mientras bajo las gradas. Veo a mi alrededores que están rodeados de guardias de seguridad, de mi padre, míos y de los invitados de hoy. Wynnston cumplió con el trato que hizo con mi padre. Encontró a la persona que mi padre quería y ahora mismo esa persona está acá.

Rodo los ojos al ver a Kiara acercarse a mí.

—¿Viste la nueva imagen de Kai? — pregunta.

Kai, Kai, Kaira. Sentir lo que siento ahora mismo me da repugnancia.

—Que tiene un agujero en el oído, sí.

Se lo vi mientras peleábamos y estaba cerca de ella. Es una perla verde que tiene.

—¿Por qué la cara larga? — Kiara enarca una ceja.

—Que te importa.

Paso de ella y camino por el pasillo para llegar a la puerta principal. Se supone que los invitados ya están por entrar por lo que me escribió Wynnston, así que debemos recibirlos. A un lado de mí, lejos de mí se posiciona mi padre, a la par mía se coloca Wynnston y detrás de mí se coloca Kiara.

Unos guardias abren la puerta principal, dejan ver a dos guardias de seguridad. Ellos se hacen a un lado para abrirle el paso a los otros que vienen detrás.

En el centro aparecen dos personas. Un hombre alto, cabello negro y ojos del mismo color. Vestido con un traje muy elegante. A la par de él viene una mujer, algo baja, cabello negro, ojos azules, muy guapa, vestida con traje blanco igualmente. Detrás de ellos vienen dos hombres más, uno alto, rubio y ojos azules, vestido igual de traje. Y el otro es alto, ojos cafés y cabello negro con rasgos chinos que viste con ropa normal.

Empiezan a caminar para adentrar más al lugar, la seguridad con la que caminan y tan seguros de ellos mismo. ¿Quiénes son? Son la mafia siciliana.

—Mucho gusto, señor Wolfgang. Me presento, Camilo Biersack.

Mi padre se presenta como toda una persona formal, lo que me hace rodar los ojos.

Wolfgang asiente con la cabeza, la mujer sonríe levemente.

—Wilhelmine — se presenta ella.

La mafia siciliana tienda a presentarse con sus apellidos o un apodo.

—DeClan — el rubio se presenta.

—Klaus, solo Klaus — el chico sonríe.

—Gracias por aceptar venir a Alemania — mi padre les sonríe. — Podemos pasar — le muestra el camino.

Wilhelmine, la pelinegra me mira fijamente, aunque me repasa con la mirada. ¿Me está analizando? Su seriedad me incomoda un poco. Pero no se lo hago ver.

—Él es Wynnston quien los llamó — mi padre presenta a mi amigo. — Él es mi hijo, Drazhan.

Les doy una leve mirada y asiento con la cabeza. Pasamos al gran pasillo que es el centro de la mansión. Voy detrás de ellos, viendo que es lo que hacen. Observan la mansión de pies a cabeza. La mujer mira hacia el lado izquierdo casi de golpe y se detiene de caminar y mira con el ceño fruncido.

Ladeo la cabeza para ver de qué se trata y maldigo mi interior. —Me va a matar esta niña—. Solo alcanzo a ver el cabello rubio largo que tiene y luego esconderse detrás de la pared, ¿qué carajos hace afuera?

Aaron... voy a despedirlo, o matarlo.

Le hago una seña a Kaira con la cabeza para que se encargue de ellos. La mujer retoma su camino. Entramos a lo que es una sala que se usa como oficina. Dos de ellos toman asiento, Klaus y Wilhelmine. Mientras los otros dos se quedan detrás de ellos. Mi padre se queda en el centro enfrente de ellos y yo a la par de él, quiero saber que les dirá.

Perfectamente imperfectosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora