XXIX

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K a i r a M o o n.

—Lucas, despertó al mismo instante que entraron a Kaira al hospital — escucho un par de voces —, está estable, al igual que Kaira.

Muevo los ojos de un lado a otro, una gran luz blanca me ciega y trato de removerme, pero cada parte de mi cuerpo duele. Miro mi brazo derecho y veo una intravenosa en ella, escucho el sonido de las maquinas del hospital y huele a uno, que la habitación se tan blanca, me confirma que estoy en un hospital, además no siento el frío de las afueras o de la nieve, y tampoco estoy en los brazos de Drazhan.

Luego veo hacia enfrente, mi madre, mi abuela y mi padre están adentro de la habitación del hospital.

Mi madre es la primera en acercarse a mí y abrazarme.

—Mi pequeña, luna — solloza.

Por más que me gustaría abrazarla, no puedo mover mis manos, así que solo descanso mi cabeza con la suya, doy una leve risa que se mezcla con un sollozo y cierro los ojos con fuerza sintiéndolos mojados.

—Estas a salvo, cariño — susurra.

Mi abuela es la próxima en unirse al abrazo, las tres lloramos como si me hubiera muerto, pero no, sobreviví y aquí estoy ahora.

—Ya no puedo respirar — hablo en un susurro.

Las dos se alejan de golpe y luego doy una leve risa.

—Estas de vuelta mi niña, ya no tienes que preocuparte por nada — mi abuela toma mi mano entre la de ella.

—Lo sé — asiento con la cabeza.

Visualizo a mi padre detrás de ellas, sus ojos oscuros están aguados y su nariz está roja, su cabello negro es un desastre.

—Papi — sollozo.

—Mi corazón.

Me envuelve en sus fuertes y gruesos brazos, me cubro en él y descanso ahí por un par de minutos. Él es mi padre, la persona que siempre ha cuidado de mí y me rescató.

—Tenemos que hacer un chequeo ahora que despertó — una enferma habla.

Papá se aleja lentamente de mí y me limpia las lágrimas de mi cara.

—Claro — asiente con la cabeza.

La enfermera pasa a mi lado y otros enfermeros más entran al lugar y todos empiezan a ser su trabajo, mi familia ha tenido que dejar la habitación así que me quedo sola. Luego de eso, las enfermeras se van, pero mi familia y no puede entrar.

Miro hacia la gran ventana que tengo a la par, está nevando, en el centro de la ciudad está empezando a nevar, la navidad está por llegar y todos piensan celebrar en familia. Pero por primera vez en mucho tiempo, mi familia está incompleta, mi abuelo ya no está acá.

Suelto un suspiro y cierro los ojos por unos minutos escuchando la nieve caer.

Lucas está bien, está estable y ya despertó. Mi abuela está mejor, mi madre y mi tía están a salvo y mi padre volvió, ¿dónde está Brekker? Necesito verlo. ¿Drazhan?

Un par de pasos me hacen abrir los ojos y mirar hacia la puerta. Mi padre viene entrando con cautela, como si se hubiera escabullido de los doctores, suelto una leve risa. Llega a mí y se sienta en la orilla de la camilla.

—Te comprare todos los libros que quieras, los animales que quieras — sonríe.

—¿Puedes mantenerme toda la vida, así no tengo que estudiar? — sonrío.

—Vale, no seas codiciada — roda los ojos y yo río.

Me relamo los labios.

—¿Drazhan? — pregunto, él sabe que preguntaré por él.

Perfectamente imperfectosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora