XXI

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K a i r a M o o n.

Especial.

Dancing with the devil.

Suspiro con pesades. Salgo de mi armario luego de ojear las miles opciones de vestidos que me acabo de probar y que ni uno me favorece por completo, son horribles, o simplemente no me quedan bien, que pesadez.

Hay una fiesta el día de hoy, es una fiesta que se hace cada año por caridad a las familias más ricas del condado. Muchas personas llegan, desconocidos, familias más reconocidas, de todo tipo, el lugar en el que se hace es hermoso, pareciera un castillo, sus candelabros de más de 500 luces son hermosos, todo en él es lindo, pero lamentablemente deja de serlo cuando esta abastado de muchas personas.

Un mensaje de Lucy llega a mi celular, me siento en la cama y lo leo.

De Lucy.

¿Vendrás?

¿Ya está allá? Madre mía, yo ni siquiera me he cambiado. Por su puesto que ya iban a estar ahí. Las invite por ser mis amigas, a Lucy y a otras dos más... bueno, más bien, me obligaron a invitarlas, diciendo que nunca habían ido a un evento así y que les apetecía ir. No pierdo nada invitándolas, mejor así y no me aburro cuando llegue. Aunque a estas horas dudo mucho si voy a ir, ya me desesperé.

Brekker se sienta en mis piernas, esperando a que lo acaricie. Esbozo media sonrisa y lo acaricio, me dejo caer a la cama y suelto un largo suspiro, veo hacia el techo sin mucha emoción. No me siento con ánimos de nada. Últimamente mi vida a estado de pies para arriba, siento que necesito un poco más de diversión, disfrutar un poco más.

No pasármela pensando por un futuro, que si no estudio me quedo sin futuro y si estudio me quedo sin vida social por estudiar mucho, ¿tan difícil es la vida? ¿No la pudieron colocar más fácil?

—¿No te has cambiado? — escucho la voz de Lucas en mi habitación.

—Nooooo, es que así me iré a la fiesta — respondo en un intento sarcástica.

—Apúrate, que vamos tarde — su voz suena casi en una orden.

—No quiero — hago una mueca.

—Luego te quejas de que no sales.

—Si... pero no ha estas estúpidas fiestas donde todos te juzgan por lo que llevas o comes.

—Colócate un simple vestido y ya — bufa.

—Que pesado que eres — me levanto de la cama y dejo a Brekker sobre ella.

Veo a mi primo quien luce perfectamente cambiado ya, un traje azul oscuro, su cabello peinado a la perfección y luciendo tan formal como siempre.

—Quien diría que no te peleas todas las noches en los clubes — burlo.

—Apúrate, Kaira.

Le doy una sonrisa y vuelvo a entrar a mi habitación.

Rebusco de nuevo en las varias opciones de vestidos que me han traído y ni uno me favorece por completo, madre mía, ¿tan difícil soy? Paso mi mano sobre la tela de los vestidos, hay de diferentes colores, azules, verdes, marrones, anaranjados, rojos... mi madre siempre ha dicho que el rojo va conmigo, por mis ojos y mi cabello rubio, no soy tan fan del rojo, pero muchos dicen que me resalta más.

Suelto un suspiro y saco el vestido rojo, es un rojo metálico, lo coloco sobrepuesto en mi cuerpo y me miro al espejo. Es de tirantes, escotado, la parte de la espalda tiene tirantes enlazados. Enfrente parece un tipo corse en la parte del pecho, para abajo es un poco más suelto, tiene una abertura dejando ver las piernas al caminar y es largo, típico vestido. Lo convino con unos tacones negros que son delgados.

Perfectamente imperfectosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora