XXV

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K a i r a M o o n.

Busqué a los otros dos y no los encontré y no se me ocurrió otra cosa que tomar el aviso de Kiara, correr y correr, no creo que hubiera sido buena idea haberme quedado acá, tal vez Drazhan, ya había empezado a correr, tal vez Wynnston, ya se había alejado lo suficiente y yo tendría que hacer lo mismo.

Me detengo a bruces cuando escucho una explosión detrás de mí, me sostengo de un árbol, con la respiración agitada, mi pecho doliendo y mis piernas quemando. Miro hacia atrás y veo el humo a lo lejos.

¿La cabaña? ¿Drazhan? No, no puede ser la cabaña, se mira muy lejos y siento que no he corrido demasiado.

Deben de ser los otros tipos, mierda, necesito encontrar ayuda, o algo. Sigo mi camino y esta vez camino, ya no corro, no puedo correr, cada parte de mi cuerpo duele como el infierno, está empezando a nevar de nuevo, y mis manos están rojas por el frío, están heladas.

—Te encontré.

Su voz me hace detenerme y quedar estática. Mi corazón se acelera y empiezo a respirar con dificultad, miro hacia atrás lentamente.

Su cabello castaño está mojado, sus ojos verdes me miran con diversión y brillo en ellos, mantiene una sonrisa esbozada de punta a punta, viste de negro y tiene un arma con él, parece un rifle o algo así.

—James.

Susurro su nombre y doy un paso hacia atrás.

—No tiene caso que sigas huyendo, nos debes mucho, Kaira.

—¿Yo?

Sigo caminando hacia atrás sin ver mi camino, él me sigue.

—Tu padre, más que todo, pero tu eres su hija, así que — ladea la cabeza un poco —, lo que hace el padre, lo paga la hija — sonríe y suelta una risa nasal.

—No tengo nada que ver con él — niego.

—Tienes mucho que ver, Kaira Malik — sonríe —, porque has sido vendida a mí.

¿Qué mierda?

Doy un paso en falso y eso significa que todo se fue a la mierda. Trato de agarrarme lo que hay a mi alrededor, pero es muy estúpido agarrarme del aire. Caigo al frío suelo, doy una, dos, tres vueltas y otra más, siento todo mi cuerpo doler, hasta que mi espalda choca contra un árbol, suelto un grito y escupe algo que no alcanzo a ver el color. Mi mirada está nublada, no miro nada, no siento nada que no sea la fría nieve, no escucho nada, todos mis sentidos han desaparecido, me han dejado, como todo lo demás me dejó.

~

Mi cabeza duele, cada que intento mover un hueso de mi cuerpo, siento como si tuviera todo roto. Siento mi cuerpo arder como si me hubiera dejado caer al infierno.

Poco a poco y como puedo, abro los ojos, por unos segundos mi vista se mantiene nublada, dando vueltas como mi cabeza. Suelto un leve suspiro y por el momento mi respiración está calmada, aunque todos mis sentidos estén alerta y algo alterados, me siento en peligro.

Elevo la vista y miro a mi alrededor como puedo, el lugar se mira tenue, las paredes parecen ser de metal o algo así, está vacío, solo hay una silla enfrente de mí y estoy yo.

Miro mis manos, las vendas que tengo en las muñecas están rasgadas, mis manos no sangran, ni una parte de mi cuerpo la veo sangrar. Eso me hace soltar un suspiro de alivio, pero sin duda, mi cuerpo duele demasiado.

Estoy sentada en el suelo, no tengo cadenas, ni estoy amarrada. Pero siento frío, mucho frío, como si nunca hubiera dejado la montaña de nieve.

A mi cabeza llegan los recuerdos de Aaron, su sangre, la bala, él tirado en el suelo. Cierro mis ojos con fuerza y recuesto mi cabeza en la pared. Llega el recuerdo de Kiara, la traición, ¿seguirá viva? Espero y no. Y de último pienso en Wynnston y Drazhan, ¿estarán bien? ¿No los capturó?

Perfectamente imperfectosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora